El primer ministro de Rusia, Mikhail Fradkov, se pronunció ayer por que el Gobierno actué de forma más enérgica para normalizar la situación en el mercado de la gasolina, al considerar que las petroleras van subiendo los precios demasiado rápido. Los representantes del sector, entretanto, se muestran convencidos de que, en realidad, es el Gabinete el que contribuye en grado considerable a la subida del combustóleo.
El Estado es la parte más beneficiada por esta tendencia, porque el fisco se queda con más de un 90 por 100 de los ingresos petroleros cuando el precio del crudo supera US$27 por barril, recuerda Gennady Krasovsky, responsable de relaciones con inversores en Lukoil.
Las tasas impositivas dependen de los precios mundiales del petróleo, que se mantienen en alza desde hace varios años y disparan el costo de la gasolina, señala él. Si el Gobierno la quiere más barata, debería desvincular los impuestos de los precios que rigen en el mercado internacional.
Krasovsky rehúsa comentar la posibilidad de que Lukoil congele los precios pero un representante de otra petrolera grande admite que el sector no podrá negarse en caso de que el Gabinete se lo pida. Las gasolineras independientes saldrían perdiendo en esa situación.
A finales de 2004, Lukoil prometió bajar el precio de la gasolina en un 5%. Los congeló hasta mayo del año siguiente en su cadena de gasolineras pero, al propio tiempo, siguió subiendo los precios mayoristas, de modo que algunos distribuidores independientes se vieron al borde de la quiebra por el drástico recorte del margen y denunciaron a Lukoil ante el Servicio Antimonopolio, forzando la supresión de aquella moratoria.
Todo indica que este guión podría reeditarse en las próximas semanas. Las petroleras subirán el precio ahora y en septiembre, en vísperas de la caída estacional de las ventas, prometerán al Gobierno una congelación. Y es que los precios no se habrían elevado en esas fechas y hasta habrían entrado, probablemente, en una curva descendente.
