El sonado asesinato del Andrei Kozlov, vicepresidente primer del Banco de Rusia, puede darse prácticamente por aclarado a pesar de que han transcurrido apenas cuatro semanas desde la fecha del crimen.
La investigación ha sido tan rápida gracias a la tacañería del personaje que actuó como enlace entre los autores materiales del homicidio y quien lo había encargado: en vez de pagarles a los sicarios, esa persona se propuso deshacerse de ellos, obligándoles a buscar protección en la Policía.
Los presuntos asesinos - tres ucranianos de 35 años que permanecen detenidos desde la semana pasada; uno, tras haberse entregado voluntariamente, y los otros dos, a raíz de sus declaraciones - dicen que el conflicto entre su ‘cliente', cuyo nombre se mantiene en secreto, y el vicepresidente del Banco Central de Rusia se había ido desarrollando durante dos meses.
Los instructores están seguros de que los acusados, a pesar de que, en general, confiesan la autoría del crimen, omiten algunos detalles. Uno, el que supuestamente se relacionó con el intermediario, dice haberlo visto sólo en dos ocasiones breves, siempre en la oscuridad, por lo cual siente dificultades a la hora de describirlo. Los otros dos aseguran no haber tenido contactos algunos con el enlace. En teoría, habría sido posible identificar a este último a partir de las llamadas telefónicas pero resulta que los acusados tiraron sus tarjetas SIM en algún bosque y no recuerdan los números, ni el del intermediario ni los suyos propios.
Será obviamente difícil descubrir a la persona que encargó el asesinato del banquero pero todavía queda la esperanza: la lista de sospechosos se ha reducido notablemente gracias a las declaraciones de los ejecutores. Si antes se barajaban varias decenas de nombres, dirigentes de los bancos que habían perdido la licencia por decisión de Andrei Kozlov, ahora será posible centrarse en aquellas instituciones que habían tenido ese problema recientemente, o sea, unas cuatros semanas antes del crimen.
