(Pero el recuerdo del eximio bailarín opaca la maestría de sus seguidores)
Moscú, 22 de marzo. Por Anna Galaida, para el periódico Vedomosti. El elenco que llegó de gira a Rusia no es sucesor directo, ni mucho menos, de Antonio Gades. El bailarín lo reunió para transmitirle su maestría profesional, al enterarse de que la enfermedad de que él padecía era incurable.
La compañía dio sus primeros espectáculos pasados un año y medio desde la muerte de Gades, a comienzos de 2006. Y desde entonces vive en un régimen de giras, presentando en el mundo entero espectáculos de su fundador.
Antonio Gades era el primer intérprete del flamenco que hizo de este baile todo un espectáculo. Los personajes a que él protagonizaba vestían jeens, pero eran auténticos caballeros sin tacha ni reproche. Gades se granjeó el mismo amor del público que Van Cliburn o Gerard Philipe.
El elenco andaluz trajo a Moscú "Carmen " y "Las bodas de sangre", espectáculos que en su tiempo inspiraron a Carlos Saura a hacer películas. Bajo el acompañamiento de la guitarra de Paco de Lucía surgía todo un duelo entre el bailarín y su inolvidable pareja Cristina Hoyos, pero salía ganador el flamenco, fantástico en su laconismo y expresividad.
En la variante actual, "Las bodas de sangre" parece ser una síntesis del drama y ballet. Pero el poema de Lorca, que narra cómo una mujer que el día de sus nupcias abandona a su novio y se va con otro, no se cuenta bailando de puntillas, sino taconeando con abundancia todos los ocupados en el espectáculo.
La variante teatral de "Carmen" se acerca más a la versión cinematográfica, porque se creaba de hecho paralelamente con ésta. Mas también en "Carmen" los intérpretes actuales dan impresión de estar hechos de cartulina, aunque la historia de Carmen está transportada a un salón de baile, donde para ganar las simpatías de una estrella luchan un coreógrafo y un primer bailarín. Los artistas reproducen con minuciosidad tanto el diseño del baile y los ademanes de antes como el tipo de los primeros intérpretes: si uno no utiliza binoculares, podrá tomar en los primeros instantes a Adrián Galía por Gades, pues el primero tiene la misma estatura esbelta, la misma cabellera y un rostro nervioso con mejíllas hundidas que tenía Gades. Stella Arauzo, quien bailó con el propio Gades y actualmente dirige el elenco, con su vigoroso temperamento y una pasión ancestral hace recordar a Hoyos. No obstante ello, de una grabación televisiva técnicamente imperfecta de los primeros intérpretes emana una energía diez veces más mayor que de la actuación en vivo que se desarrolla en el escenario. A los bailarines contemporáneos, con su maestría que es perfección misma, les faltan carisma y tensión dramática.
Pero tal impresión se tiene sólo hasta el grupo sale al escenario casi íntegro, en la Suite de Flamenco, espectáculo temprano de Gades, en el que no hay trama, sólo pura maestría flamenca. Al empezar casi a desgana, en penumbra, bajo un acompañamiento que apenas se oye, los bailarines van cobrando el ritmo, el vigor y la pasión. Ellos intercambian unas miradas que son más elocuentes que acción teatral, realizan el canje de parejas, atraen a la danza a los cantantes y los guitarristas, hasta que el baile general se desemboque en un frenesí. Ello hace pensar a uno: este arte lo puede todo, sólo que es necesario desarrollarlo, en vez de conservarlo. Entonces, Adrián Galía y Stella Arauzo llegarán a ser astros ellos mismos, pero no unos reflejos de una gloria ajena.
