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Más le valiera a Rusia participar en los ejercicios de la OTAN en Georgia. Nezavisimaya Gazeta

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Si Rusia hubiera aceptado participar en los futuros ejercicios de la OTAN en Georgia, habría neutralizado su impacto negativo, destaca hoy Nezavisimaya Gazeta.

La OTAN planea realizar en el territorio georgiano, el próximo mes de mayo, las maniobras Cooperative Longbow 09/Cooperative Lancer 09 con la asistencia de casi 1.300 militares procedentes de una veintena de países, entre ellos, Armenia y Kazajstán que son aliados de Rusia en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). El simulacro debería interpretarse como un éxito de aquellos políticos occidentales que prefieren ver en Rusia a una enemiga potencial.

El guión de estos ejercicios, que se van a desarrollar del 6 de mayo al 1 de junio, contempla la celebración de una operación de paz internacional en el Cáucaso. Un objeto lógico de tal pacificación son las flamantes repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, así como Rusia que en agosto pasado reconoció su independencia con respecto a Georgia. El ministro georgiano de Exteriores, Grigol Vashadze, no oculta que Cooperative Longbow 09/Cooperative Lancer 09 representan "una acción de carácter estrictamente demostrativo y preventivo".

La reacción de Rusia a estas maniobras acusa extremo nerviosismo, lo cual es compresible. Primero, porque Moscú no consigue aislar al régimen de Mijaíl Saakashvili. Segundo, porque la participación de Armenia y Kazajstán - aparentemente, los partidarios más reales de Rusia en el espacio postsoviético - hace cuestionar la fuerza de una nueva alianza política, económica y militar que Moscú pretende fraguar en el territorio de la ex URSS. Por último, es obvio que los ejercicios no contribuyen a reducir la tensión en el Cáucaso.

Una alternativa nada desdeñable para Rusia habría sido participar directamente en estas maniobras, algo que la OTAN le sugirió en su momento. Es probable que los estrategas de la OTAN, conscientes de que Rusia no suele andar con rodeos frente a ciertos problemas de política exterior, hayan previsto su respuesta negativa. De haber aceptado la invitación, Moscú habría privado los futuros ejercicios de su carácter anti-ruso y eliminado así lo que constituye la motivación básica  para Georgia. Tanto la actividad de militares georgianos en las regiones adyacentes a Abjasia y Osetia del Sur como la retórica anti-rusa desde Tbilisi tendrían ahora menor envergadura.

Parece que no todo está perdido aún: según los datos más recientes, Rusia obtuvo el "sí" verbal a la pregunta de si puede enviar observadores a estos ejercicios.

 

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