El envenenamiento del exagente Alexandr Litvinenko en noviembre de 2006 fue, a juicio de Owen, una “operación del FSB probablemente aprobada" por el presidente Vladímir Putin y el actual jefe del Consejo de Seguridad ruso, Nikolái Pátrushev.
El problema es que semejantes historias se multiplican, señala el periódico al mencionar en particular el caso Magnitski, la investigación sobre el derribo del Boeing malasio o el escándalo del dopaje denunciado por WADA.
El politólogo Alexéi Makarkin está convencido de que la oposición parlamentaria y la opinión pública no dejarán a Londres olvidar el informe.
“Una vez instaladas, esas minas acaban por detonar por lógica propia, lo que a menudo entorpece la normalización políticamente ventajosa para las partes. En este caso, el informe de Owen y la posibilidad de nuevos resultados en la investigación del Boeing podrían complicar el incipiente diálogo sobre Ucrania, así como las negociaciones sobre Siria”, advierte el experto.