El combustible nuclear se compone de uranio o plutonio, los cuales se descomponen espontáneamente, liberando energía. Los neutrones que se desprenden durante este proceso provocan el colapso de los otros núcleos.
Esta reacción en cadena permite lograr la alta potencia de los reactores. Se puede aminorar al introducir en los núcleos material que absorba neutrones.
Sin embargo, detener la desintegración radiactiva primaria resulta imposible. Por lo tanto, los elementos de combustible del reactor se están calentando constantemente e incluso durante el ralentí —régimen mínimo de revoluciones por minuto— tiene que ser enfriado.
Para detener el reactor, es necesario extraer todo el combustible.