La explosión controlada se realizó en el sitio de pruebas de Semipalátinsk (actual territorio de Kazajistán), ubicado a unos 60 kilómetros de los asentamientos más cercanos. Sin embargo, el gigante hongo nuclear pudo ser observado a una distancia de hasta 100 kilómetros. El rugido ensordecedor se escuchó a distancias aún más lejanas.
La potencia de la bomba alcanzó los 400 kilotones, 20 veces más que las primeras bombas atómicas de EEUU y de la misma URSS. Pesó siete toneladas, casi ocho veces más ligera que sus equivalentes estadounidenses.