En un comunicado, la organización informó que el 10 de agosto tuvo lugar una reunión en línea encaminada a coordinar medidas de emergencia para "salvaguardar el patrimonio cultural gravemente dañado de la ciudad y rehabilitar su vida cultural".
Las explosiones en el puerto de Beirut, subrayó, no solo se cobraron cientos de vidas y dejaron miles de heridos, sino que también "infligieron graves daños a algunos de los barrios más históricos de Beirut, los principales museos, galerías y sitios religiosos, y se produjeron en un momento en que el Líbano ya estaba resentido de otras crisis, incluida la pandemia de COVID-19".
El documento contiene la evaluación de los daños causados a las instituciones culturales de la ciudad hecha por el Dr. Sarkis Khoury, director general de antigüedades del Ministerio de Cultura libanés, según la cual al menos 8.000 edificios se habían visto afectados por la explosión.
Entre ellos, precisó, "unos 640 edificios históricos, de los cuales aproximadamente 60 corren el riesgo de derrumbarse".
Además la explosión repercutió en los principales museos, como el Museo Nacional de Beirut, el Museo Sursock y el Museo Arqueológico de la Universidad Americana de Beirut, así como en los espacios culturales, galerías y sitios religiosos.
Al menos 171 personas murieron, más de 6.000 resultaron heridas y alrededor de 300.000 se quedaron sin techo después de que 2.750 toneladas de nitrato de amonio, almacenadas de forma inadecuada desde 2014, detonaran en el puerto de Beirut.
La explosión desató una nueva espiral de violentas protestas antigubernamentales en la capital libanesa y provocó la dimisión del Gobierno.