La decisión oficial debe tomarse en octubre, informa la agencia Kyodo. La descarga del agua contaminada en el mar comenzará un año más tarde como muy pronto.
¿De dónde es el agua contaminada?
El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9.1 azotó Japón, causando un tsunami. El impacto del desastre provocó un accidente en la planta nuclear de Fukushima Daiichi, donde se cortó la energía y falló el sistema de refrigeración del reactor.
El agua que servía para la refrigeración del reactor, además el agua pluvial y del manto subterráneo se filtra y se almacena en tanques.
El volumen diario de agua radiactiva almacenada aumenta en 170 toneladas y a finales de julio su volumen total era de 1,2 millones de toneladas. Todas las aguas residuales se almacenan en un millar de tanques herméticos.
Se afirmó que para el 2022 todas las instalaciones de almacenamiento deberían estar llenas y que habría que hacer algo con el agua.
Los planes de Japón y su crítica
Antes de arrojar el agua será limpiada a fondo para eliminar todas las sustancias radiactivas menos el tritio, un isótopo de hidrógeno que no puede ser eliminado con las técnicas actuales.
Los expertos creen que el tritio solo es peligroso para los seres humanos en dosis muy altas.
En abril, un equipo enviado por el OIEA para revisar el problema del agua contaminada en Fukushima dijo que las opciones para su eliminación esbozadas por un comité asesor en Japón —liberación de vapor y descargas al mar— eran ambas técnicamente factibles. El OIEA aseguró que ambas opciones eran utilizadas por las plantas nucleares en funcionamiento.
Sin embargo, el plan despertó una fuerte resistencia de los pescadores y agricultores locales, que temían que la gente dejara de comprar sus productos. Aseguran, que el vertido del agua contaminada echaría por la borda el trabajo que han tenido que hacer los últimos años para restaurar su reputación.
Asimismo, Corea del Sur ha mantenido la prohibición de importar mariscos de la región de Fukushima, que fue impuesta después del desastre nuclear y ya ha intensificado las pruebas de radiación de los alimentos procedentes de Japón. También se declaró preocupada por las posibles consecuencias medioambientales que pueda tener la operación.