Tigray es una de las regiones que conforman la República Democrática Federal de Etiopía. El país es una federación de nueve regiones administrativas basadas en la etnia y en dos urbes especiales. La etnia mayoritaria en Tigray es la tigrayana, y constituye el 97% de la población de esta entidad territorial.
Tras el fin de la guerra civil que destrozó Etiopía entre 1974 y 1991, el poder en el país se acabó en manos de un frente democrático compuesto de diferentes agrupaciones político-militares basadas en la etnia. Su papel clave lo jugó el Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT).
Pero desde que en 2018 Abiy Ahmed Ali, de etnia oroma, ocupa el cargo de primer ministro, la influencia de los tigrayanos en la política etíope se ha reducido.
Abiy recibió en 2019 el Premio Nobel de la Paz por haber resuelto el conflicto territorial con Eritrea. Sin embargo, irónicamente fracasó a la hora de mantener la paz dentro de su propio país. Los tigrayanos, decepcionados con el nuevo Gobierno y con la pérdida de su papel en la vida político-militar del país, se alzaron en armas.
"La situación en Tigray es complicada. Las relaciones entre las autoridades federales y las autoridades regionales de Tigray han ido empeorando desde hace mucho tiempo. Actualmente siguen escalando y se están dando serios enfrentamientos. En la etapa actual ninguna de las partes ha expresado su disposición a entablar un diálogo", dijo en un comentario a Sputnik el embajador ruso en Etiopía, Evgeny Terekhin.
Complejidad del conflicto en Tigray
Tigray es una región bien armada, y esto representa una gran amenaza para las fuerzas militares etíopes. En general, todo el país está amenazado a causa de los enfrentamientos que se suceden en varios puntos de su territorio. Pero la situación en Tigray es especial porque fue escalando muy rápidamente y porque ya ha causado centenares de víctimas mortales.
"Además del Ejército nacional y de los cuerpos policiales, en cada región existen fuerzas especiales regionales. Son una mezcla entre una fuerza de reacción rápida y una milicia popular. Las autoridades de Tigray han estado adiestrando a sus efectivos durante mucho tiempo. Han logrado construir un verdadero brazo armado", agregó Terekhin.
Todo comenzó con las acusaciones vertidas por el Gobierno federal contra las autoridades regionales de Tigray. El primero denuncia que el FLPT atacó dos bases militares del Ejército federal. Esto hizo que el Gobierno mandara al Ejército para reestablecer el orden en la región insurgente. Como consecuencia de esta escalada, el Gobierno federal declaró el estado de emergencia por un período de seis meses, lo que empeoró la situación aún más.
Otra razón detrás de la escalada —aparte del supuesto ataque tigrayano contra la base— han venido siendo las elecciones de septiembre, que tuvieron lugar a pesar de no contar con el beneplácito del Gobierno federal etíope por considerarlas ilegales.
Poco a poco la crisis política fue pareciéndose más a un conflicto armado. Y eso es una gran amenaza para un país tan multiétnico como Etiopía. Especialmente teniendo en cuenta que es una de las 10 potencias militares más grandes de África.
El Gobierno regional de Tigray, liderado por el FLTP, acusó al Gobierno federal de haber lanzado ataques aéreos cerca de la capital tigrayana, Mekele. Además, las autoridades federales ordenaron cortar el suministro de electricidad, la red telefónica y el acceso a internet en la región. El presidente del Gobierno advirtió que la situación puede acabar desencadenando una guerra civil, y justificó el envío de los militares federales a la región advirtiendo la necesidad de lidiar con las fuerzas separatistas.
"Etiopía en el pasado fue el escenario de una larga guerra civil. Una de las razones de aquel conflicto fue la cuestión étnica. A nadie le gustaría que esta triste historia de guerra civil se repitiese. La posibilidad de evitar dicho desenlace dependerá de la disposición de los beligerantes de llegar a un acuerdo y de poder encontrar soluciones concretas", señaló el diplomático.
El alto precio de la guerra
Además de que el FLPT cuenta con un brazo militar, el presidente de Tigray, Debretsion Gebremichael, anunció que una parte de las fuerzas federales desplegadas en la región desertó y se unió al bando insurgente.
El Gobierno federal de Etiopía anunció que planea instaurar una "administración de transición" en las zonas de Tigray sobre las que el Ejército federal ya ha establecido su control, según el ministro de Defensa etíope, Kenea Yadeta, reveló a los medios estatales. La Agencia de Noticias Etíope informó de que el alto rango militar puso de relieve que las fuerzas de defensa del país "llevarán la junta criminal ante los tribunales en breve".
Entretanto, miles de civiles etíopes ya han abandonado el país para huir del conflicto y se han refugiado en las provincias limítrofes de Sudán. La operación militar etíope en Tigray es peligrosa para las dos partes beligerantes. Etiopía tiene a su disposición una fuerza militar enorme, mientras que los insurgentes poseen ingentes cantidades de equipamiento militar, si bien carecen de la ventaja cuantitativa.
"Es difícil decir cuántos soldados forman parte de las fuerzas de Tigray porque no hay estadísticas oficialmente confirmadas. Pero a menudo se estima que en sus filas hay hasta 20.000 efectivos. En el territorio de Tigray se encuentran tanto guarniciones de fuerzas federales como unidades tigrayanas", puso de relieve el entrevistado.
Estas últimas ya están rodeadas por las fuerzas federales, las cuales tienen ventaja cuantitativa y tecnológica. Aunque también es cierto que los tigrayanos cuentan con armas pesadas, añadió el embajador.
Los enfrentamientos armados entre Tigray y Etiopía, entretanto, han provocado al menos medio millar de fallecidos.
El 5 de noviembre el Ministerio de Exteriores ruso publicó un comunicado en el que llamó a las partes a cesar las hostilidades porque "representan un serio peligro para la estabilidad interna del país y amenazan la vida de la población civil y de los especialistas extranjeros". Rusia insiste en la necesidad de dialogar para solucionar todas las discrepancias. Los diplomáticos rusos subrayan que es necesario que se preserve el orden constitucional.