Hoy, en la ciudad de Nueva York, altos representantes del gobierno argentino se reunirán con los denominados "fondos buitre". La cita estaba prevista para ayer miércoles, pero el mediador designado, Daniel Pollack, solicitó un aplazamiento de 24 horas por cuestiones logísticas.
Horas antes se supo que el juez Thomas Griesa había denegado la posibilidad de liberar los pagos a los bonistas, más del 90%, que aceptaron renegociar su deuda. "La medida cautelar", dijo, "no es necesaria para negociar un acuerdo".
Sostiene el magistrado que primero hay que resolver el litigio con quienes rehusaron cualquier componenda, esos "fondos buitre" que tras la bancarrota de 2001 compraron deuda del país a precio de saldo. Tras solicitar sistemáticamente que se les pague el 100% de lo adeudado podrían hacer el negocio del siglo. Griesa dijo más, pues afirmó que ojalá el gobierno argentino entienda de una vez que "una sentencia es una sentencia".
Los sucesivos ejecutivos de los Kirchner nunca quisieron negociar con los "fondos buitre" por entender que se trataba de un chantaje, y el país afronta un posible default si no alcanza un acuerdo.
Desde Buenos Aires la presidenta de Argentina se preguntó retóricamente cómo habría que bautizar a esta clase de impago, en la que el deudor envía el dinero pactado y alguien lo bloquea, mientras que en un comunicado el ministerio de Economía se quejaba que el juez Griesa sigue sin solucionar nada y les impide enjuagar sus deudas. Hoy, cuando se sienten a la mesa las partes enfrentadas, faltará una semana para ese 30 de julio que tanto asusta.
