Al final se cumplieron los peores augurios y la República Argentina ha entrado en la temida suspensión de pagos, que se declaró a las cinco de la tarde hora de la Costa Este de EEUU) y fue anunciada unos minutos antes por la agencia de calificación crediticia Standard & Poor's, tras asignarle la categoría de default selectivo.
Axel Kicillof, ministro de economía argentino, compareció media hora más tarde y criticó al juez Thomas Griesa, a los fondos litigantes y a la propia S&P, de cuya imparcialidad dudó.
"La argentina pagó, tiene plata, va a seguir pagando los próximos vencimientos, porque quiere hacerlo y porque está en disposición. ¿Cómo alguien puede decir que hay una suspensión de pagos declarada por un juez. Atribuimos esta responsabilidad al juez Griesa", dijo Kicillof.
Kicillof había acudido durante la tarde del martes a Nueva York para incorporarse a las negociaciones con el mediador asignado, el abogado Daniel Pollack, ante los fondos buitre, entre los que se encuentra Elliot Managent, propiedad del multimillonario Paul Singer. Al encuentro del martes le sucedió, ya en el límite del tiempo, otro el miércoles, pero no hubo forma de alcanzar un acuerdo.
Durante su rueda de prensa un Kicillof severo y cariacontecido reiteró que no firmarán un compromiso "que comprometa el futuro de los argentinos".
"Vamos a defender el canje que tan exitosamente hemos hecho y que quieren poner en riesgo. Vamos a tomar absolutamente todas las medidas e instrumentos de nuestros contratos, del derecho nacional e internacional, para que esta situación que consideramos insólita, inédita, injusta, no se perpetúe en el tiempo", comunicó.
Aunque el plazo haya vencido se da por hecho que Argentina seguirá intentando lograr una medida cautelar, que le permitiría usar los fondos congelados en dos bancos estadounidenses, JP Morgan y Bank of New York Mellon, para al menos pagar a los bonistas que aceptaron la reestructuración de su deuda.
Bien puede lograrse si los fondos finalmente aceptan el ofrecimiento de la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino, dispuesta a entregarles 250 millones de dólares como garantía a cambio de que Griesa dilate el plazo para el default. De lograrse supondría un balón de oxígeno para un país ya castigado en los mercados internacionales de deuda, con serios problemas de financiación y al que le había costado una década despejar poco a poco el marasmo que supuso el histórico impago de 2001.
