Moscú y Washington buscan superar las contradicciones y consensuar opiniones para combatir cultivos de amapola en Afganistán, informó el director del Servicio Federal de Control de Drogas (FSKN) de Rusia, Víctor Ivanov.
Estados Unidos se pronuncia en contra de la destrucción del cultivo de amapola, porque teme la animadversión de la población local que se volvería contra las tropas estadounidenses emplazadas en el país.
Mientras, Rusia, por cuyo territorio pasa el 90% del la heroína afgana, insiste en la necesidad de aniquilar las plantaciones de amapola para disminuir la producción de estupefacientes.
“La destrucción de plantas que contienen sustancias narcóticas es un imperativo consignado en resoluciones de la Asamblea General de la ONU. La superficie donde se cultiva la amapola del opio en los últimos años no se ha reducido y actualmente supera las 123.000 hectáreas”, dijo Ivanov tras participar en Washington en una reunión del Grupo ruso-estadounidense para la lucha contra el narcotráfico.
El mencionado Grupo está dirigido por el propio Ivanov y su homólogo de EEUU, Gil Kerlikovske, director del Departamento de la administración presidencial estadounidense para el control de drogas ilícitas.
El jefe de FSKN subrayó que el gobierno de Afganistán no puede solucionar ese problema por su cuenta porque el presupuesto del país apenas alcanza los 12.000 millones de dólares, mientras las amapolas cultivadas en Afganistán abastecen un mercado de 65.000 millones de dólares en heroína y opio.
“¿Acaso un gobierno con ese presupuesto puede acabar solo con un monstruo como la narcomafia?”, preguntó Ivanov.
Por su parte, Kerlikovske coincidió con su colega ruso en la necesidad de seguir abordando ese asunto para consensuar puntos de vista, al tiempo de destacar que entre las prioridades de la parte estadounidense ahora figura la destrucción de llamados “narco-laboratorios”, donde se produce la heroína.
