La evolución de la operación “Margen Defensivo” que Israel lanzó en la noche del lunes, ha abierto un debate en algunos círculos políticos de este país acerca de la conveniencia o no de lanzar una ofensiva terrestre contra la Franja de Gaza.
Al respecto existe una división de opiniones que incluso se manifiesta en el Gobierno.
“No es posible saber si habrá una invasión por tierra porque no sabemos lo que ocurre en las sesiones cerradas del Gobierno, pero sí vemos que se está preparando algo serio, que puede ocurrir o no en función de las consideraciones de Netanyahu. Un factor que podría inclinarlo en el sentido de una invasión sería un incidente en el que hubiera varios muertos israelíes”, dice Shaul Shenhav, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea.
El envío a las puertas de Gaza de 40.000 reservistas constituye un paso firme en esa dirección, si bien con ese número de soldados solo se puede hablar de operaciones limitadas, tal vez limitadas a las zonas del norte de la franja desde donde las milicias lanzan más cohetes, y con una presencia temporal también limitada para evitar un hostigamiento continuo por parte de las milicias, que podría traducirse en un goteo de soldados muertos que causaría un considerable desgaste a Netanyahu.
De momento, Israel está concentrando su esfuerzo en bombardear sin descanso objetivos en la franja sin apenas arriesgar nada, y lo hace dentro de su mejor tradición, es decir destruyendo cualquier cosa que se interponga en su camino y sin reparar en el número de civiles que mueren a diario y que se cuenta por decenas, que según Netanyahu son víctimas de los milicianos que se ocultan entre la población civil.
Netanyahu parece esperar que los milicianos se presenten a pecho descubierto ante la mirilla de los fusiles de los soldados israelíes y considera justo disparar bombas y misiles a diestro y siniestro en la región más densamente poblada del planeta. No es la más densamente poblada por casualidad sino porque está a rebosar de refugiados palestinos que Israel expulsó de sus casas en 1948.
“Me parece que dentro del Gobierno hay dos corrientes. La primera cree que hay que convivir con el conflicto porque no puede resolverse de un día para otro; todo lo más se puede resolver temporalmente, como se ha hecho en el pasado reciente. La segunda corriente piensa que ha llegado el momento de resolverlo definitivamente sea como sea”, explica Shenhav.
El profesor añade que no sabe “lo que tiene en la cabeza Netanyahu”, que es quien en última instancia decidirá en una dirección u otra, aunque el primer ministro ha sido criticado por defender la primera corriente, la de que hay que convivir con el conflicto, una posición que ha criticado con dureza su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman.
