China ha acogido con satisfacción la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pide el acceso seguro y sin restricciones de los expertos internacionales a la zona de Ucrania donde la semana pasada cayó derribado un avión de Malaysia Airlines.
“Se debe permitir a la Organización Internacional de Aviación Civil que juegue un papel principal en la investigación y sus expertos profesionales deben de ser conducidos sin limitaciones”, ha dicho el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, en un comunicado colgado en la página web del ministerio.
Pekín ha subrayado su rol constructivo en las deliberaciones que antecedieron a la aprobación por unanimidad.
China también ha pedido que no se politice el asunto y que acaben las hostilidades entre ambas facciones.
“Urgimos a todas las partes ucranianas involucradas a que cesen el fuego lo antes posible y abran un periodo de diálogo y consulta para encontrar una solución política completa, duradera y equilibrada”, sigue el comunicado de Wang, quien se encuentra estos días en Latinoamérica acompañando el viaje del presidente chino, Xi Jinping.
Por su parte, la delegación china permanente en la ONU pidió una investigación justa e imparcial del incidente lo más rápida posible.
“Las partes no deben precipitarse en las conclusiones, hacer extrapolaciones subjetivas ni echarse la culpa unas a otras”, continuó.
Pekín ha adoptado desde el inicio del conflicto una actitud más cercana a Moscú y se ha mantenido al margen de las acusaciones más o menos veladas de Occidente. El 18 de julio, poco después de la caída del avión, la agencia de noticias Xinhua calificaba las sospechas sobre los rebeldes pro-rusos de “apresuradas”.
El Diario del Pueblo aseguró anteriormente que “ninguna prueba ha sido encontrada aún para aclarar la identidad del culpable o la causa”.
Mientras, el diario ultranacionalista Global Times dijo que “las prisas de Occidente para juzgar a Rusia no están basadas en la evidencia ni en la lógica”. “Rusia carece de motivos para abatir el vuelo MH17, haciendo eso sólo estrecha su espacio político y moral para operar en la crisis de Ucrania. “Es otro ejemplo del poder de la opinión pública occidental como arma política”, sentenció.
