Rick Perry, gobernador de Texas, sigue adelante con su plan de enviar hasta 1.000 soldados de la Guardia Nacional a la frontera con México.
Tras comentar que el precio de no actuar no puede pagarlo su Estado, uno de los más afectados por la crisis de los niños inmigrantes, el gobernador añadió que no permanecerá "impasible mientras nuestros ciudadanos son asaltados".
La medida de Perry ha causado gran indignación entre no pocos líderes políticos y activistas por los derechos sociales.
Así el congresista Joaquín Castro envió un email a distintos medios en el que sostiene que "EE UU debería enviar a la Cruz Roja a la frontera, y no a la Guardia Nacional. Los niños que huyen de la violencia en América Central están buscando a los agentes de la Patrulla Fronteriza. No tratan de evadirlos, al contrario. ¿Por qué entonces enviar soldados para hacerles frente?".
Impasible a los ataques, Perry sostiene que el gobierno Federal ha fallado en su obligación de defender las fronteras, y detrás de su anuncio hay quien ve, como el periodista y líder de los inmigrantes ilegales José Antonio Vargas, una clara maniobra de intención puramente electoral. Dicho de otra forma, el gobernador de Texas envía a los soldados para arrancar su campaña con vistas a las primarias de 2015. En el horizonte, las elecciones presidenciales de 2016.
Pero la tormenta desatada por la crisis en la frontera no acaba aquí. En unas declaraciones explosivas Stephen Steinlight, destacado analista político del Centro para los Estudios de la Inmigración (CIS por sus siglas en inglés) ha dicho en un encuentro celebrado por el Tea Party que Obama debería de ser expulsado de la presidencia mediante la moción de censura, "pues colgarlo, arrastrarlo y descuartizarlo sería demasiado bueno para él (…) hay que aceptar que no podemos tener todo lo que queremos, por ejemplo su cabeza en una pica".
