A las 2 de la tarde, hora de Washington, los presidentes de Guatemala, Otto Pérez, El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, y Honduras, Juan Orlando Hernández, se reunirán en la Casa Blanca con Barack Obama.
En la agenda y como único tema de discusión, imaginar fórmulas que permitan contener la masiva afluencia de menores indocumentados, más de 50.000 en lo que va de año, en la frontera de EEUU.
Minutos antes del encuentro, los tres mandatarios centroamericanos habrán tenido ocasión de departir con el vicepresidente de los EEUU, Joe Biden. Cuando al fin se reúnan con Obama, en un encuentro que se calcula podría durar al menos una hora, podrán finalmente hacerle llegar sus preocupaciones y expectativas.
Entre ellas figura el convencimiento de que EEUU tiene, al menos, una parte de la culpa en lo que está sucediendo. Durante su charla en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, el presidente de Guatemala, Otto Pérez, explicó ayer que el Plan Colombia y el Plan Mérida, "fueron buenos para Colombia y México y malos para nosotros".
Con los fondos, la ayuda logística y el material recibido, tanto Colombia como México pudieron hacer frente a las mafias, pero de alguna forma empujaron el problema hacia nuevos territorios. Aparte, son numerosos los expertos que han señalado como EEUU fue quien a principios de los noventa comenzó a deportar a los integrantes de las maras, la mayoría procedentes de Los Ángeles, multiplicando así el problema de la violencia en los países a los que llegaban.
Hoy, con Honduras liderando las estadísticas de asesinatos por cada 100.000 habitantes a nivel mundial, los dignatarios de Centroamérica insistirán en que necesitan más dinero para combatir las raíces del problema. Al mismo tiempo se interesarán por las condiciones de los niños actualmente retenidos en los centros para inmigrantes.
