Ilham Tohti, un eminente profesor e intelectual uigur será juzgado en las próximas semanas por defender el “separatismo”, un delito que en China pude acarrear incluso la pena de muerte.
Tohti fue detenido por la policía en enero por los cargos de “divulgar ideas separatistas, incitar el odio étnico y defender la independencia de Xinjiang”, la provincia del oeste del país que sufre habituales tensiones entre los han, la etnia mayoritaria china, y los uigures, la etnia originaria.
Tohti, economista y profesor en la Universidad pequinesa de Minzu, es uno de los más célebres y activos defensores de los derechos de las minorías étnicas en China. Tohti ha negado con vehemencia todas las acusaciones, ha negado que nunca se haya relacionado con grupos terroristas ni con base en el exterior y que sólo se ha servido “de un bolígrafo y un papel” para solicitar diplomáticamente el respeto de los derechos humanos y legales de los uigures.
Tohti ha criticado a menudo las versiones oficiales de la prensa nacional sobre los atentados en Xinjiang y subrayado sus inconsistencias, pero es visto como un intelectual razonable y sensato que sirve de unión entre las comunidades han y uigur.
Las organizaciones de derechos humanos de Europa y Estados Unidos han mostrado su preocupación por las condiciones en que se desarrolla su detención. Tohti ha perdido 15 kilos durante su estancia en la cárcel. El centro se negó en un principio a darle comida musulmana, lo que le empujó a una huelga de hambre durante diez días. Los funcionarios le retiraron la comida en marzo, después de que un atentado uigur dejara 29 muertos en una estación de tren de Kunming (provincia de Yunnan).
La acusación de separatismo evidencia la preocupación de Pekín por embridar cualquier elemento juzgado como peligroso para la paz de la región. China aún no ha dado una versión explicativa del último atentado cometido esta semana en Xinjiang, más allá de las primeras informaciones sobre “docenas de muertos”.
Los uigures, de raíces túrquicas y emparentados con los países del Asia Central, acusan a Pekín de promover la repoblación de la zona con chinos de la etnia han para disolver su cultura propia, de represión religiosa y de esquilmar sus ricos recursos naturales, principalmente gas natural y petróleo.
Pekín alega las millonarias inversiones e infraestructuras en la región, que ha experimentado un notable desarrollo económico en las últimas décadas, y acusa a organizaciones uigures terroristas vinculadas a Al Qaeda de los atentados periódicos. Sus representantes en el exilio sostienen que Pekín exagera la amenaza uigur para justificar la fuerte presencia policial en la región, pero los últimos atentados desmienten cualquier exageración.
