- Sputnik Mundo
Internacional
Todas las noticias mundiales en un mismo portal informativo. Sigue de cerca lo que pasa en diferentes regiones del planeta.

En recuerdo del éxodo del 94

Síguenos en
El 20 de agosto, en la ciudad de Hialeah (Florida), recordarán que hace 20 años miles de cubanos se hicieron a la mar para abandonar Cuba. La escritora y locutora de radio Alicia García, presidenta de la Fundación Éxodo '94, se afana a ello desde hace un año. Comenzó como una reunión informal, de apenas cincuenta supervivientes, y ha derivado en un acontecimiento histórico. Más de 8.000 personas han confirmado su presencia y, quizá más decisivo, ha galvanizado a un exilio, el cubano, históricamente dividido.

El 20 de agosto, en la ciudad de Hialeah (Florida), recordarán que hace 20 años miles de cubanos se hicieron a la mar para abandonar Cuba. La escritora y locutora de radio Alicia García, presidenta de la Fundación Éxodo '94, se afana a ello desde hace un año. Comenzó como una reunión informal, de apenas cincuenta supervivientes, y ha derivado en un acontecimiento histórico. Más de 8.000 personas han confirmado su presencia y, quizá más decisivo, ha galvanizado a un exilio, el cubano, históricamente dividido.

Alicia García explica que la idea del reencuentro no fue suya, sino de Mario Luis Sánchez, que la contactó. «Comprendimos que era importante unirnos y aprovechar la fecha. Al principio la parte más vieja, los que llegaron en el 59, etc., nos miraban con desconfianza, y poco a poco comenzaron a creer en el proyecto. Si queremos un cambio en la isla tenemos que unirnos aquí. Ahora mismo el exilio está unido en la celebración, y hablo del exilio en general. Es algo muy lindo. Nunca pensamos que llegásemos donde estamos. Y reconoceremos la labor de gente que ha hecho mucho por quienes han llegado a lo largo de los años, no sólo en el 94».

Conocida como la 'Crisis de los Balseros', la tragedia a la que se refiere forzó un cambio en la legislación estadounidense, que inauguró la política de "pies secos/pies mojados", por la que todos los cubanos recatados en alta mar por los EEUU son devueltos a la isla. Alicia recuerda que el « 94 fue uno de los años más difíciles en Cuba, durante el llamado 'periodo especial'. La economía estaba muy mal y la represión era más dura precisamente por el descontento popular ante la crisis. Muchos comenzaron a emigrar en botes, sobre todo desde el Occidente, la parte más fácil para salir, y uno de esos barcos es el remolcador '13 de marzo'. Cuando secuestran el remolcador tendrá 72 personas, entre ellas 10 niños; tres remolcadores más, cuando ven que estaban secuestrando el '13 de Marzo', deciden hundirlo a pesar de que estaba lleno de mujeres y niños, no les importaron las súplicas de que les permitieran vivir, que los detuvieran pero que no los matasen. Lo hundieron con mangueras a presión, con el resultado de 37 víctimas, entre ellas casi todos los niños y mujeres. Esto tocó la fibra más sensible de la población cubana, y si hasta entonces los que huían no pensaban en cambiar nada, las cosas cambian».

El 5 de agosto de 1994 «fue un día bien caluroso, comienza con unos muchachos sentados en El Malecón. No pretendían secuestrar ninguna lancha, pero la policía sospecha de ellos y los agrede, y los muchachos se les enfrentan, y arranca el 'Maleconazo': muchos de los que estaban cerca se sumaron a la protesta, por primera vez en muchos años el pueblo domina a las fuerzas de seguridad… En nuestra generación fue la primera vez que se escucharon gritos de 'Abajo Fidel' y 'Viva Cuba Libre'».

Las protestas alcanzaron tal grado de ebullición que el propio Fidel Castro se acerca a la zona. «A Fidel se lo tuvieron que llevar por seguridad de allí, temieron que no fuera salir vivo. Cuando Fidel llega al Comité Central le dice a un periodista que va a retirar la seguridad en las costas, no lo dice de forma explícita pero lo insinúa, aunque realmente la seguridad todavía siguió un tiempo: cuando yo abandoné Cuba, el 19 de agosto, los guardacostas todavía vigilaban, pero a partir del 5 muchas personas incluso dormían en las costas, porque se rumoreaba que una flotilla procedente de EEUU llegaría para recogerlos, aunque no fue cierto».

De la penosa travesía marítima Alicia rememora que «en la tercera noche vivimos una de las tormentas más fuerte, y perdimos todo, comida, agua, todo. Escuchábamos gritos de auxilio, pero no veíamos a nadie. Cuando amaneció y uno de los muchachos quiso hacer fuerza descubrimos que traíamos a un hombre ahogado agarrado al remo, quizá un superviviente de la balsa. Nunca supimos que le sucedió». En esos momentos 'Hermanos al Rescate' comenzaba a avisar al servicio de guardacostas estadounidenses tras localizar una balsa. «A nosotros nos rescata un barco que volvía de una misión, y ese día recoge 350 personas, muchas balsas a las que 'Hermanos al Rescate' fue reuniendo. No sabían qué hacer con nosotros, hasta que recibieron la orden de enviarnos a Guantánamo». El de Alicia fue de los primeros grupos que llegó a la base, «y siempre diciéndonos que jamás pisaríamos territorio norteamericano. Incluso nos daban una planilla de deportación voluntaria. Pero Cuba no estaba dispuesta a recibirnos, o sea, nos encontrábamos en tierra de nadie, en un limbo migratorio. EEUU no nos quería y Cuba tampoco».

El número de los desaparecidos, por cierto, «es mucho más alto de lo que se ha dicho, ese agosto las tormentas fueron terribles, y el número de personas que llegaron fue mínimo. Si entramos unas 33.000 personas Guantánamo, al menos el doble pereció en el Estrecho de la Florida. Mínimo murieron 50.000 personas». De la estancia en Guantánamo, donde permaneció cinco meses, comenta que «las condiciones, sobre todo al principio, fueron muy precarias, y para que al final llegásemos a EEUU fue decisivo el exilio cubano, que se unió después de mucho tiempo. Las manifestaciones se hicieron sentir, aunque en un principio no sabíamos nada, no permitían que la prensa entrase, de tal manera que aceptáramos la deportación forzosa a Cuba. Fue gracias a un grupo de médicos, el 'Miami American Team', que recibimos las primeras noticias de lo que estaba sucediendo, y esos médicos explicaron a la Casa Blanca que aquello no estaba preparado para los niños ni las mujeres embarazadas, y una vez que se les abrió la puerta a EEUU supimos que saldríamos todos. Cuando en mi campamento salieron las primeras cinco familias la emoción fue enorme. Entonces supimos que lo que habíamos hecho mereció la pena».

Todavía hoy, lamenta, «hay un éxodo silente, entre quienes solicitan la ciudadanía española, los que salen hacia terceros países, y los nuevos balseros, o sea, aquellos que no tienen familiares españoles, que no tienen dinero para los trámites del visado. Esos son los que salen al mar y mueren». Volviendo a los actos de celebración del próximo 20 de agosto, la emoción resulta evidente: «Pocos creyeron que fuéramos a lograr esto, y el parque ahora se queda pequeño y muchas ciudades quieren ser la sede en los años que vienen. Ya no se está hablando de un año, llegó para quedarse y proclamarán ese día como el de nuestro aniversario, que es lo más importante, porque el éxodo del 94, a pesar de su magnitud, se mantuvo en silencio hasta ahora».

Lo último
0
Para participar en la conversación,
inicie sesión o regístrese.
loader
Chats
Заголовок открываемого материала