La retórica agresiva de los políticos australianos después a la caída del Boeing 777 malasio en el este de Ucrania representa un error diplomático, considera el corresponsal del periódico británico The Guardian Raoul Heinrichs.
“La ofensiva retórica contra Rusia tuvo, posiblemente, un efecto de catarsis en Australia. Allí fue valorada positivamente. Pero desde el punto de vista diplomático ha sido contraproducente”, destaca Heinrichs en su artículo, publicado en The Guardian este martes.
“Abbott (el primer ministro de Australia) y (el jefe del Ministerio de Exteriores) Bishop dirigieron un coro internacional contra Moscú, sólo para descubrir que el resultado de sus esfuerzos fue socavado por el gobierno de Kiev, que supuestamente tenía que apoyarles”, afirmó el periodista al recordar que el Gobierno de Ucrania había puesto en peligro la investigación en el lugar de la caída del Boeing e incluso el regreso de los cuerpos de las víctimas a sus países de origen.
Heinrichs destaca que los países occidentales, al ver que sus intentos de responsabilizar a Rusia de la catástrofe del Boeing no surtían efecto, decidieron seguir profundizando la confrontación e introducir sanciones económicas que de antemano se estimaban inútiles.
“A Putin, que no quería aparecer como débil dentro del país o en el extranjero, no le quedaba otra opción que la de intensificar la confrontación política. Eso es precisamente lo que ha hecho”, subrayó el periodista refiriéndose a las medidas restrictivas de Moscú que limitan por un año la entrada de alimentos y mercancías de una serie de países, entre ellos Estados Unidos, la Unión Europea y Australia.
Según el periodista, el Ministerio de Exteriores de Australia exhortó además a China para que se uniera a las acusaciones colectivas contra Moscú. El artículo destaca que Pekín “no mordió el anzuelo”, pues está interesado en cambiar el balance de fuerzas en la zona asiática, y, de haber apoyado la coalición opositora a Moscú, se vería hoy en una situación desventajosa, que podría influir negativamente en su posición internacional.
China, afirma Heinrichs, “probablemente ha visto la maniobra como lo que es: un intento de Canberra para extraer dividendos asiáticos de una crisis europea”.
En junio de este año el Ministerio de Exteriores de Australia anunció la entrada en vigor de sanciones financieras y restricciones de viajes contra 50 personas y 11 compañías rusas “que estaban relacionadas con la amenaza a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania”.
Rusia, a su vez, restringió el pasado 7 de agosto por un año la importación de alimentos de EEUU, la UE, Australia, Canadá y Noruega en respuesta a las sanciones que Occidente le impuso por su actuación en la crisis de Ucrania. La lista negra incluye los productos cárnicos, avícolas, lácteos, pescado, mariscos, frutas y verduras.
