"¿Qué hará España si gana la independencia? ¿Consentirá el gobierno de Madrid la entrada en la Unión Europea de una Escocia separada del Reino Unido?". Las preguntas las plantea John Heywood, veterano votante del Partido Laborista y voluntario en la campaña unionista del No.
Alex Salmond, ministro principal de Escocia, persigue una independencia dentro de la UE y fuera del eurogrupo. Se ha fijado alcanzar este objetivo en un plazo de 18 meses a partir de la potencial victoria del SI en el referéndum de este jueves.
El líder nacionalista proyecta entablar dos negociaciones que seguirán un curso paralelo hasta la proclamación de la independencia. Por una parte, el equipo negociador tratará de alcanzar un acuerdo con el gobierno de Londres que garantice los intereses tanto del nuevo Estado como de las tres naciones restantes de la Unión: Inglaterra, Gales e Irlanda.
El segundo proceso negociador, con la meta igualmente apuntando hacia la primavera de 2016, se encauzará con Bruselas. "La negociación se llevará a cabo desde dentro de la UE", reiteró Salmond el fin de semana.
El calendario del jefe del Gobierno de Edimburgo inquieta a algunos miembros del club europeo. Otros, como España que teme el efecto dominó en Catalunya y País Vasco de la consulta soberanista escocesa, consideran imposibles las aspiraciones de Salmond.
Por lo pronto, el secretario de Estado para Europa, Iñigo Méndez de Vigo, ha remarcado en la BBC que una Escocia independiente tendrá que esperar al menos cinco años para adherirse con plenos poderes a la Unión Europa.
Méndez de Vigo sostiene además que Bruselas impondrá la divisa común al nuevo miembro del club. El euro no se incluye en los planes de Salmond, quien aboga por una unidad monetaria con Londres para seguir utilizando la libra esterlina al norte de la frontera.
La intervención del representante del Gobierno de Mariano Rajoy se produce 48 horas antes de la trascendental consulta popular. La contienda sigue reñida, prácticamente en tablas, y las palabras de Méndez de Vigo pueden tener un negativo impacto en la campaña en favor de la independencia.
Heywood, por su parte, intenta convencer a los transeúntes de una céntrica calle de Edimburgo de que la mejor opción es "una democracia reforzada, sin el riesgo ni el drama que conlleva la ruptura". "Escocia puede ser como España sin sol", sonríe mientras reparte folletos del "no, gracias".
