En un mensaje grabado, Thomas Jackson, jefe de la policía de Ferguson, ha pedido disculpas a los padres de Michael Brown. Jackson se declara responsable, en tanto que estaba al mando de la policía local, y dice que tampoco «hizo lo suficiente para proteger el derecho constitucional a protestar».
Recordemos que la muerte de Brown, desarmado, a manos de un policía en circunstancias todavía no aclaradas desató unas explosivas protestas en el pequeño suburbio de St. Louis. Sus ecos, que resonaron por todo el país, marcaron un verano de denuncias contra la violencia policial que motivó la intervención de la Casa Blanca y la Fiscalía General del Estado. Jackson considera fundamental implicarse en diálogo constructivo sobre la violencia policial y los problemas raciales.
Pero los problemas de EE.UU. con su policía no terminan con esta declaración. Mientras muchos denuncian que en los últimos años los cuerpos policiales han pasado a adoptar tácticas más propias del ejército, un nuevo escándalo ha sacudido a la opinión pública.
El detonante ha sido la publicación de unas imágenes, grabadas el pasado 4 de septiembre. En ellas se aprecia como un oficial de la policía estatal de Carolina del Sur, Sean Groubert, solicita su identificación en el aparcamiento de una gasolinera al ciudadano Levar Jones. Acto seguido, mientras Jones se da la vuelta para recoger sus documentos, Groubert abre fuego. ¿Por qué me has disparado?, grita desde el hombre suelo, mientras la cámara del coche patrulla continúa grabando.
Suspendido de empleo y sueldo, Groubert se enfrenta a una pena máxima de veinte años de cárcel. El país, conmocionado, se pregunta por las causas de una reacción tan desproporcionada, mientras los abogados del policía insisten en que Jones se giró con demasiada violencia, provocando que el agente descargara su pistola. Queda el consuelo de saber que Jones sobrevivirá a las heridas.
