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Dimite la directora del Servicio Secreto de EEUU

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El Servicio Secreto de EEUU, encargado entre otras cosas de proteger al presidente Barack Obama y a su familia, vive tiempos convulsos.

El Servicio Secreto de EEUU, encargado entre otras cosas de proteger al presidente Barack Obama y a su familia, vive tiempos convulsos. Este miércoles, y dejando atrás un reguero de escándalos, dimitió su directora, Julia Pierson.

La noticia fue confirmada por el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, con un lacónico comunicado: "Ha ofrecido su dimisión y la he aceptado. Saludo sus treinta años de trabajo distinguido a favor del Servicio Secreto y la nación".

En su lugar ocupará el cargo, de momento de forma interina, Joseph Clamcy, antiguo Agente Especial a cargo de la División de Seguridad del presidente del Servicio Secreto. Pero esos treinta años de Pierson al frente del organismo quedarán empañados por las revelaciones que señalan profundas disfunciones en la agencia, así como por la confirmación de que su ya exdirectora ha mentido, o al menos ocultado información, en sede parlamentaria. En una entrevista concedida a la agencia Bloomberg, Pierson ha comentado que su dimisión se debe a "la pérdida de confianza por parte del Congreso".

No es para menos. Cuestionada por los congresistas, que querían saber si el caso del hombre que logró penetrar en la Casa Blanca con un cuchillo, ha sido el único incidente grave de 2014, y el único que este año ha comunicado al presidente, Pierson dijo sí: no le constaba ningún otro. Horas más tarde el Washington Examiner revelaba que pocos días antes un contratista armado, especializado en escoltar a personalidades, compartió ascensor en Atlanta con Obama. El hombre, con antecedentes por asalto, incluso fotografió al presidente, algo completamente prohibido.

Su comportamiento fue tachado por los testigos, agentes del Servicio Secreto que hablaron con la prensa, como "poco adecuado y profesional". Pero nadie entiende cómo es posible que la agencia, la única con la potestad de decidir qué personas armadas pueden acercarse al presidente, subiera en aquel ascensor. Alarmado por las dejaciones de responsabilidad el congresista de Massachusetts, Stephen Lynch, contempló ayer a Piercing y dijo: "Sólo le pido a Dios que haya protegido la Casa Blanca igual que está protegiendo hoy su reputación".

¿Podría ser peor? Sí: en 2011 un hombre disparó desde la calle contra la Casa Blanca. El Servicio Secreto creyó entonces que los disparos tenían que ver con un incidente ajeno al recinto, un ajuste de cuentas entre delincuentes, ignorante de que varios proyectiles habían impactado contra la residencia presidencial. Tardó varios horas en comprender la magnitud de lo ocurrido.

El New York Times, que publicó el martes un demoledor editorial, ha subrayado que la certeza de que el Servicio Secreto no está cumpliendo con su deber se hace casi insoportable al tener en cuenta que "Obama ha recibido a lo largo de su legislatura el triple de amenazas que sus predecesores". Entre las causas posibles de tanto y tan variado desastre cita los últimos recortes presupuestarios, que han supuesto un sensible número de bajas y un empeoramiento de las condiciones de trabajo.

Pero es que precisamente Pierson tomó posesión para levantar el ánimo y limpiar el funcionamiento de unos Servicios Secretos salpicados por varios escándalos previos. La dimisión de la directora ha sido acogida con cauta satisfacción por la clase política, mientras se enfatiza la necesidad de que una comisión independiente, no contaminada, investigue a fondo los errores del pasado en la esperanza de que no se repitan.

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