Miles de jóvenes siguen concentrados frente a la sede de Gobierno local en las horas previas de que se cumpla el ultimátum que le han dado al Jefe del Ejecutivo, CY Leung, para que dimita.
Los estudiantes han amenazado con ocupar edificios gubernamentales y la policía ha advertido que utilizará la fuerza para impedirlo.
Muchos de los estudiantes llevan ya colocadas las gafas de buceo y máscaras de papel para defenderse del gas lacrimógeno que la policía utilizó el domingo pasado. Una valla y unos pocos metros separan a los miles de congregados de decenas de policías. Los medios locales han informado de que cientos de agentes están apostados ya en el interior y por Internet han circulado fotos de cajas con balas de goma y los cartuchos del gas lacrimógeno entrando en el edificio.
"He repartido ya unas cien máscaras de papel", señala una joven al cargo de las provisiones. "Si utilizaron el gas una vez, pueden hacerlo de nuevo", explica un joven ya con la máscara colocada. En los días previos, al campamento de Admiralty (sede del gobierno hongkonés) ha llegado abundante material para defenderse de las acciones de la policía.
Leung ha rechazado dimitir esta medianoche, como exigen los estudiantes, y Pekín le ha mostrado hoy su "firme" apoyo. El Ejecutivo de la excolonia ha pedido a los manifestantes que desalojen pacíficamente las zonas ocupadas para permitir la entrada de los 3.000 funcionarios que han de acudir a las instalaciones mañana, una vez acabadas las vacaciones.
Anoche ya se vivieron momentos de tensión cuando miles de estudiantes rodearon la sede y amenazaron con asaltarlo, aunque al final se dispersaron sin causar problemas.
Una parte de los estudiantes que han ocupado durante una semana de forma pacífica y festiva varias de las arterias principales de la ciudad han empezado a mostrarse nerviosos por la falta de resultados y echan de menos algo de acción. Exigen la dimisión inmediata de Leung por considerarle culpable de la carga policial con gases lacrimógenos del domingo. Pero una semana después, Leung sigue en el cargo y ni siquiera ha aceptado reunirse con ellos.
"Mañana tengo que trabajar, tenemos un problema de tiempo. Llevo cuatro días aquí y no he conseguido nada. Hay ya una gran violencia emocional y no me importaría que se tradujera en algún acto hostil si así conseguimos que nos escuchen", asegura un estudiante que rehúsa dar su nombre.
