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Dimisión de dos ministras por escándalos de corrupción pone en jaque al Gobierno japonés

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La dimisión de dos ministras en pocas horas por el uso irregular de fondos públicos ha colocado al gobierno de Shinzo Abe en su momento más difícil, con varias políticas económicas amenazadas y la voluntad de incorporar a la mujer al mercado de trabajo seriamente tocada.

La dimisión de dos ministras en pocas horas por el uso irregular de fondos públicos ha colocado al gobierno de Shinzo Abe en su momento más difícil, con varias políticas económicas amenazadas y la voluntad de incorporar a la mujer al mercado de trabajo seriamente tocada.

Yuko Obuchi, ministra de Economía, Comercio e Industria, ha dimitido después de que la semana pasada la prensa destapara que su organización política había gastado fondos públicos en actividades ajenas a su cargo.

Entre ellas figuran la compra de entradas de teatro para sus seguidores por un valor de 26 millones de yenes (245.600 dólares), un viaje personal al extranjero o los 3,6 millones de yenes (33.680 dólares) gastados en productos para niños y ropa en negocios regentados por su hermana y su cuñado.

Midori Matsushima, ministra de Justicia, dimitía también pocas horas después de que la oposición denunciara que había gastado 1,74 millones de yenes (16.200 dólares) de dinero público para fabricar miles de abanicos de papel con su nombre que fueron repartidos durante la campaña electoral.

"Soy la persona que las eligió. Como primer ministro, asumo toda la responsabilidad y ofrezco mis profundas disculpas", ha dicho en rueda de prensa un sombrío Abe.

La ya exministra de Economía se disculpó por su proceder. "Me tomo muy seriamente el daño causado. Pido perdón por no haber cumplido como miembro del Gabinete de Abe con los objetivos políticos, incluida la recuperación económica y una sociedad donde las mujeres brillen", dijo.

Obuchi había sido uno de los fichajes estrella de Abe y se especulaba que podía ser la primera mujer en alcanzar la jefatura del Gobierno.

Obuchi, hija del exprimer ministro Keizo Obuchi (1998-2000), encabezaba la avanzadilla femenina. Abe nombró en septiembre a cinco mujeres para pilotar sus 18 ministerios, una decisión con la que pretendía empujar la entrada de las mujeres en el mercado laboral.

Japón, una de las sociedades más avanzadas del mundo en muchos aspectos, ocupa la posición 105 en la clasificación en igualdad de género. Es habitual que las mujeres abandonen su trabajo tras casarse, lo que explica que sólo ocupen el 11 % de los altos cargos políticos y empresariales.

La industria de la publicidad muestra cotidianamente imágenes de mujeres subordinadas al hombre que incomodan a la sensibilidad occidental. En la potente industria nacional del porno, las mujeres son frecuentemente caracterizadas como colegialas que sufren abusos sexuales.

En The Rapeman, uno de los mangas más célebres de los años noventa, el protagonista era un profesor de día y violador de noche. Muchas de sus víctimas caían irresistiblemente enamoradas de él.

El cuadro persiste aunque la Constitución prohíbe la discriminación y se han aprobado numerosas leyes en los últimos años. Pensiones, impuestos, seguridad social y seguro médico se calculan con un patrón de familia de cuatro miembros con la mujer de ama de casa.

Abe entendió, como lo había hecho Mao Zedong siete décadas atrás en China, que la recuperación económica no sería viable con la mitad de la fuerza laboral del país en casa. Muchos políticos con amplia experiencia habían puesto en entredicho que un cargo tan importante en el Gabinete se le diera a Obuchi y apuntaban a su género como única explicación.

Más allá de los contratiempos en la política de integración de la mujer, las dimisiones también añadirán problemas a algunas de las medidas impopulares que el Gobierno preveía aprobar para remontar el vuelo económico.

Obuchi, madre de dos niños, era la cara amable con la que Abe pretendía vencer las reticencias de los japoneses a la reapertura de las centrales nucleares después de la crisis de Fukushima en 2011.

Más de un 60 % de la población se muestra contrario, según una reciente encuesta de la agencia Kyodo. También dos terceras partes se oponen a la subida del impuesto sobre las ventas, otro pilar de las Abenomics.

La caída de popularidad del primer ministro podría dificultar la aprobación de ambas. Abe ya tuvo que abandonar el poder tras dos años en el cargo (2006-2007) por la cadena de escándalos que provocó dimisiones e incluso un suicidio.

Su segundo mandato, que empezó en diciembre de 2012, se había mantenido en calma hasta la doble dimisión de hoy.

 

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