Rusia llama a Occidente a ejercer influencia sobre Kiev para que renuncie al uso de bombas de racimo en Donbás, lo que constituye un crimen de guerra, según indicó este jueves el portavoz de Exteriores ruso, Alexandr Lukashévich.
“El uso de bombas de racimo contra localidades, en particular las densamente pobladas, es una grave violación del derecho humanitario internacional y puede considerarse un crimen de guerra”, indicó Lukashévich al comentar el reciente informe de Human Rights Watch (HRW) que denuncia el uso de bombas de racimo por el Ejército ucraniano en octubre pasado en el este del país eslavo.
Lukashévich señaló que Moscú “llama a la comunidad internacional, EEUU y los países de la UE a ejercer influencia sobre Kiev para que renuncie de forma definitiva e incondicional al uso de bombas de racimo contra la población civil del sureste de Ucrania”.
Apuntó que el informe de HRW es otra prueba de “lo atroz que es la operación punitiva lanzada por Kiev” en Donbás.
Lukashévich recordó que el informe de la organización humanitaria internacional “presenta pruebas convincentes de que las Fuerzas Armadas de Kiev son responsables de varios ataques con el uso de bombas de racimo en las inmediaciones de Donetsk, en particular a principios de octubre y el día cuando murió allí el empleado del Comité Internacional de la Cruz Roja, Laurent Etienne DuPasquier”.
A principios de octubre, el ciudadano suizo y colaborador de la Cruz Roja Laurent Etienne DuPasquier murió durante un bombardeo de Donetsk.
El 20 de octubre, Human Rights Watch publicó un informe en el que acusa a Kiev de usar indiscriminadamente bombas de racimo en áreas residenciales de Donetsk. El uso de este tipo de municiones en áreas densamente pobladas constituye un crimen de guerra, debido a la baja precisión que tienen estas armas.
Las fuerzas de Kiev, por su parte, negaron haber utilizado bombas de racimo y a pesar del reporte de HRW, exigieron presentar pruebas correspondientes.
Hasta la fecha, 114 países han firmado el tratado que prohíbe este tipo de municiones por el peligro que presentan a civiles. Ucrania, Rusia y Estados Unidos no son signatarios.
