Parlamentarios de ambos lados del espectro político en Reino Unido dudan de que la estrategia migratoria anunciada este viernes por el primer ministro David Cameron logre el marcado objetivo de reducir la llegada al país de ciudadanos de la Unión Europea.
En su intervención en una fábrica inglesa, el líder tory admitió que su plan para restringir los subsidios de empleo a los trabajadores comunitarios requerirá cambios en los tratados de la UE.
La reforma implica el apoyo del resto de 27 países miembros del club europeo. Y las dificultades de obtener el consenso son obvias.
Ante la perspectiva de fracaso, Cameron señaló que no descartaré nada si falla su propuesta en las negociaciones que liderará, en el supuesto de que los conservadores ganen las elecciones del próximo mayo.
El líder ´tory´ deja así las opciones abiertas cara al referéndum sobre la escisión de Reino Unido de la UE, que se ha comprometido a convocar en 2017 si sigue al frente del Gobierno.
"Está acercando al Reino Unido a la puerta de salida y poniendo en peligro el futuro de Escocia dentro de la UE", ha denunciado este viernes Pete Wishart, portavoz del Interior en el Partido Nacionalista Escocés (SNP).
El eurodiputado Nigel Farage, que dirige el Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP) con el piñón fijo en la ruptura con la UE, ha acusado a Cameron de "engañar una vez más a los británicos" con su último plan para desincentivar la migración desde el continente europeo.
"Es un cínico intento de apartar la polémica hasta después de las elecciones", denunció Farage tras recordar que el primer ministro ha fallado en su promesa de recortar la inmigración neta por debajo de 100.000 individuos al año.
Según el líder laborista, Ed Miliband, el primer ministro carece de "la más absoluta credibilidad en inmigración" y "nadie va a creer sus nuevas promesas".
Cameron habló personalmente con homóloga polaca, Ewa Kopacz, antes de desvelar su nuevo plan anti-inmigración, que contiene medidas potencialmente discriminatorias contra los trabajadores no británicos.
El Foreign Office también invitó a embajadores de varios países de la UE a escuchar el discurso en la sede ministerial de Londres.
La respuesta llegó a través de Margaritis Schinas, portavoz en la Comisión Europea: "Estas son ideas del Reino Unido y forman parte del debate. Tendrán que ser examinadas sin drama y deberían ser debatidas con calma y cuidado".
