El grupo antiterrorista y de operaciones especiales ruso Alfa cumple 40 años este 29 de julio.
La legendaria unidad fue creada en 1974 por iniciativa del entonces jefe del omnipotente KGB, Yuri Andrópov, y el director del Departamento Siete del KGB (encargado de vigilancia y operaciones de búsqueda), el general Alexéi Beschastni.
Denominado inicialmente ‘A’ a secas, el grupo fue apodado ‘Alfa’ por los periodistas durante la intentona golpista de agosto de 1991 y más tarde este nombre fue oficializado por un decreto presidencial.
Según expertos internacionales, hoy en día el Alfa, que ha cambiado cinco “generaciones” de agentes desde que fue creado, es una de las mejores unidades antiterroristas del mundo.
“En 1974 todo el mundo ya se preparaba para los JJOO de Moscú 1980, y nadie podía garantizar que no volviese a ocurrir lo que había sucedido en Múnich 1972 (secuestro de la delegación israelí por la organización terrorista Septiembre Negro). Por lo tanto era necesario crear con urgencia una unidad antiterrorista que no tuviese nada que envidiar o incluso superara a la alemana GSG 9, la estadounidense Delta o la británica SAS”, recuerda Mijaíl Golovátov, uno de los primeros “alfistas”.
El bautismo de fuego para el Alfa se dio en Afganistán, donde en el asalto al palacio presidencial de Jafizulá Amín el 27 de diciembre de 1979 murieron dos de los 27 primeros agentes del grupo y otros 17 resultaron heridos. Lo que inicialmente estuvo definido como “prácticas de combate” en el país asiático llegó a prolongarse por ocho meses.
La década de los 1990 se convirtió en una auténtica prueba para la unidad que en las primeras dos campañas antiterroristas en Chechenia “sufrió sus bajas más importantes”, recuerda Serguéi Poliakov, presidente de la Asociación Internacional de Veteranos del Alfa.
“Hacemos un trabajo realmente importante para perpetuar la memoria de nuestros agentes que, habitualmente, mueren al rescatar a rehenes o a sus compañeros. El código del Alfa reza que el agente debe salvar primero al rehén, segundo, a su compañero, y en tercer lugar, al terrorista. Claro que algo ha cambiado bajo la influencia de costumbres occidentales, pero hoy como antes un agente del Alfa nunca matará a un enemigo inerme”, dice Poliakov.
