Los colegas y amigos del reportero gráfico de la agencia de noticias rusa Rossiya Segodnya, Andréi Stenin, que falleció en Ucrania, dicen que se sentía a gusto solo en los puntos calientes.
“Al regresar de uno de sus primeros viajes, que fue a Cairo, me dijo que no quería cubrir nada más que los conflictos. Insistía en que fueran su monopolio”, recuerda el director de la sección de fotografía de Rossiya Segodnya, Alexandr Shtol.
El contacto con el periodista que estaba cubriendo el conflicto en el sureste del país eslavo desde pasado mayo se perdió el 5 de agosto. A finales del mes pasado sus colegas encontraron un Renault Logan con tres cadáveres calcinados en la carretera que une las localidades de Snézhnoie y Dmítrovka en la región de Donetsk, Ucrania Oriental. El análisis genético confirmó que uno de los fallecidos era Stenin.
Era un periodista experimentado que trabajó en muchos sitios del planeta donde se desarrollan enfrentamientos militares, cubrió los sucesos en Siria y Egipto. Desde 2009 colaboró con RIA Novosti, que se transformó en la agencia Rossiya Segodnya.
Los periodistas que coincidieron con Stenin en el este de Ucrania recuerdan que consideraba que vino a sacar fotos de acontecimientos históricos. “Para él no eran simples imágenes, sino un retrato de la historia”, dice corresponsal de guerra del diario moscovita Komsomolskaia Pravda, Alexandr Kotz.
“Me preguntaba mucho por qué no se fue con nosotros”, relata Dmitri Steshin, otro corresponsal de guerra ruso que regresó a Moscú tras cumplir su misión en Donbás junto a Stenin.
“La guerra le consumió. Vivía en ella. Era como una sobredosis. Tenía miedo a volver a la vida pacífica”, continúa.
Stenin comenzó su trayectoria periodística como un reportero en 2003 para convertirse cinco años después en un fotocorresponsal. Llegó a colaborar con Reuters, Associated Press y France Presse antes de pasar a RIA Nóvosti.
En sus reportajes gráficos enviados desde Donbás Stenin creó un panorama completo de la guerra civil ucraniana. Son imágenes de casas, hospitales e iglesias destruidas, de los civiles muertos, de los niños que se quedaron huérfanos. También hizo una crónica de la vida de las milicias fuera de los combates. Stenin fue uno de los primeros en llegar al lugar de la caída del Boeing malasio cerca de Donetsk el pasado 17 de julio.
La última vez le vieron el pasado 6 de agosto cuando salió en coche con dos colegas rumbo al poblado de Dmítrovka, que se halla en la frontera con Rusia. Precisamente aquel día las tropas ucranianas lanzaron un ataque masivo en esta zona. Según cuenta corresponsal de guerra de la televisión rusa Life News, la Guardia Nacional ucraniana abría fuego contra cualquier vehículo que circulaba por carreteras locales temiendo un ataque de las milicias.
“En esta zona encontramos el pasado 20 de agosto unos 15 coches incendiados, incluido el Renault Logan”, dice Pegov.
Los compañeros de Stenin hasta el último momento mantenían la esperanza de que estuviese vivo. El día 12, el consejero del Ministerio del Interior ucraniano, Antón Gueráschenko, comentó a la emisora letona Baltkom que el reportero ruso fue detenido por agentes de seguridad ucranianos bajo sospecha de «complicidad con terroristas».
Sin embargo, más tarde declaró que sus palabras fueron malinterpretadas y que solo suponía que Stenin estaba arrestado pero no tenía información oficial al respecto.
Según el director general de Rossiya Segodnya, Dmitri Kiseliov, varios intermediarios ucranianos contactaron con la agencia ofreciendo negociar el canje de Stenin “dándonos a entender que estaba vivo”.
“En reportajes gráficos de la guerra es muy importante que exista un contacto prácticamente personal con los hechos, así como con partes del conflicto. Andréi se acercó a la guerra lo máximo posible. Miren sus últimas fotos y tal vez verán algo más allá de la guerra que recordarán para siempre”, dice reportero gráfico de Rossiya Segodnya, Valeri Mélnikov.
