El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, entrevistado por Russia beyond headlines, suplemento al diario español El País, calificó las sanciones impuestas contra Rusia como arma de dos filos.
"A nuestro juicio, los intentos de solucionar las crisis por medio de aplicar medidas soslayando al Consejo de Seguridad de la ONU contradicen las normas y los principios del derecho internacional y presentan amenaza para la paz y la estabilidad mundiales. Además, son arma de dos filos que a menudo hace más daño a los que inician a aplicar esas medidas", dijo.
También indicó que la presión sobre Rusia no ayudará a arreglar la crisis en Ucrania, solo provocará una mayor confrontación y complicará el diálogo.
"Con el nuevo paquete de sanciones que entró en vigor el 12 de septiembre (…), la UE de hecho ha emitido una señal de apoyo directo al "partido de guerra" de Kiev, no interesado en que los acuerdos de Minsk se implementen", señaló Lavrov, agregando que Moscú se reserva el derecho a proteger sus intereses legítimos, incluidos los de seguridad nacional.
Preguntado sobre la posibilidad de recuperar en un futuro la confianza entre Rusia y los países europeos, el canciller constató que la política destructiva de Europa, que infundadamente echa sobre Moscú la responsabilidad por la dramática situación en Ucrania, mina seriamente la confianza.
Al mismo tiempo dijo estar seguro de que la cooperación de muchos años entre Rusia y la UE es una sólida base que permitirá tanto restablecer el status quo que existió antes de surgir el conflicto en Ucrania como seguir avanzando.
Para lograrlo, es necesario abandonar la lógica de sanciones y amenazas y actuar de modo constructivo y pragmático buscando la solución de los problemas acumulados, indicó.
"Partimos de que no existe alternativa sensata para la cooperación en pie de igualdad entre Rusia y la UE, porque nos une un sinnúmero de vínculos geográficos, económicos, históricos y humanos", señaló.
También expresó la opinión de que nadie cuestionará la necesidad de crear un espacio económico y humanitario único desde el Atlántico hasta el Pacífico, puesto que existen todas las premisas para ello: una civilización y una cultura de raíces comunes, alto grado de la complementariedad recíproca de las economías, el comercio según normas de la OMS, etc.
"Al menospreciar esta realidad, vamos a chocar inevitablemente con otras crisis como la ucraniana, lo que contradice los intereses a largo plazo de la garantía de la estabilidad y el bienestar de nuestro continente común", resumió.
