La evolución de la crisis política en Ucrania evoca a la mente los dramáticos acontecimientos de octubre de 1993, cuando el presidente ruso Borís Yelstin ordenó el asalto a la sede del Parlamento dominado por los conservadores. Algunos expertos creen incluso que Ucrania está al borde de la desintegración.
Alexander Dugin, dirigente del Movimiento Eurasiático, cree que "en Ucrania se van desarrollando los preparativos para una guerra civil, la cual podría dividirla en dos Estados por lo menos". "Ya no hay posible solución de compromiso entre Yanukóvich y Yúschenko, es decir, entra el Este y el Oeste de Ucrania", considera él. "Tampoco cabe esperar que Rusia se quede con las provincias orientales de Ucrania, a pesar de su orientación claramente prorrusa, porque Moscú ha desaprovechado numerosas oportunidades en estos últimos años, en Ucrania y en el espacio postsoviético en general", señala el experto.
Sergéi Karagánov, presidente del Consejo ruso para la política exterior y de defensa, piensa que la crisis "era absolutamente predecible, tiene raíces muy profundas que se esconden en el propio corazón del sistema político de Ucrania, y se va a reeditar una y otra vez en el futuro".
"Por un lado, la revolución naranja en Ucrania aportó una serie de resultados legítimos en plano político, moral y de otra índole; y, por otro, se construyó un modelo parlamentario-presidencialista cuya naturaleza entraña las crisis de este tipo", explica él. "Espero que los ucranianos, por su idiosincrasia, no lleguen a disparar los unos a los otros, tal y como hicimos nosotros en 1993", agrega Karagánov.
Valeri Fiódorov, director general del Centro sociológico VTsIOM, también señala que la escalada de la crisis en Ucrania era previsible. "En cuanto a las perspectivas, la correlación de las fuerzas no cambiará mucho con las nuevas elecciones parlamentarias, si llegan a celebrarse", predice él, admitiendo al mismo tiempo la probabilidad de "un mayor grado de polarización". "Lo que sí puede cambiar es el equilibrio interno dentro del bando naranja, en el cual se verán debilitados definitivamente los partidarios de Yúschenko, y en el bando azul, donde ya no serán tan fuertes los seguidores de Yanukóvich, quien ha tenido que adoptar varias decisiones impopulares en calidad de primer ministro", dice el sociólogo.
