El Rey Juan Carlos I trajo a Rusia a toda España

© RIA Novosti . Dmitry Astakhov / Acceder al contenido multimediaEl rey Juan Carlos I
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El pasado viernes 25 de febrero en San Petersburgo el Rey de España Juan Carlos I y el Presidente de Rusia Dmitri Medvédev inauguraron el Año de España en Rusia.

El pasado viernes 25 de febrero en San Petersburgo el Rey de España Juan Carlos I y el Presidente de Rusia Dmitri Medvédev inauguraron el Año de España en Rusia.

El museo madrileño de El Prado trajo sus tesoros al Museo Estatal  Hermitage. Más tarde obras del Hermitage viajarán a España, no en vano el Año fue bautizado “Dual”.

En la fría Rusia siempre existió una gran simpatía hacia los españoles y atracción por todo lo español: por su música, la guitarra española, el vino, la gastronomía, el temperamento, la pasión, el calzado, los muebles, los toros, las mujeres, los artistas, el flamenco, El Prado, Madrid, Granada, etc.

Los rusos admiran en los españoles el amor a la libertad e incluso participaron en su Guerra Civil (1936-39) y acogieron a decenas de miles de los niños españoles. Sin embargo, en España no existe unanimidad en la valoración de tal participación. Tampoco hay unanimidad en la valoración de la propia Guerra Civil. Los españoles siguen reconsiderando sus resultados.
 
El español más ruso
 
Rusia “conoce” a los españoles desde hace mucho tiempo. La primera embajada  fue enviada a España en 1525 por el Gran Príncipe de Moscú Basilio III.

Pero fue el primer Emperador ruso Pedro I, el Grande, que mandó establecer allí una embajada permanente y un consulado en Cádiz.

En cuanto a España, irrumpió en la historia rusa de manera expresiva y notable en 1808 con la llegada de Agustín de Betancourt (Agustín José Pedro del Carmen Domingo de Candelaria de Betancourt y Molina).
 Pocos saben que fue español (aunque con raíces francesas) y menos aún cuánto hizo para su nueva patria aquel arquitecto, ingeniero, científico, estadista y general mayor del ejército ruso.
Si viviese en la Rusia de hoy, que tanto afán tiene por la modernización, le condecorarían, sin duda, con el premio estatal de innovación y desarrollo.

Agustín Agustínovich, como le llamaban a la usanza rusa, proyectó, dirigió o asistió la construcción de la Catedral de San Isaac, la Columna de Alejandro I y el primer puente de arco en Rusia sobre el río Málaya Nevka en San Petersburgo, del Manège (Picadero) de Moscú, de la feria de Nizhni Nóvgorod o la fábrica de cañones de Kazán.

Betancourt modernizó la fábrica de armas de Tula, enseñó a los rusos a imprimir dinero construyendo y equipando la primera Casa de la moneda para la producción de especies valoradas y estableció en San Petersburgo el Instituto del Cuerpo de Ingenieros de Puentes y Caminos. Hasta su muerte en 1894 fue Director del Departamento General de Vías de Comunicación, así que se le debería considerar padre de los ferrocarriles rusos.

Después de la Revolución bolchevique de 1917 las relaciones diplomáticas entre Rusia y España fueron, naturalmente, suspendidas hasta el año 1933. Volvieron a suspenderse en 1939 después del triunfo del general Franco. Hasta su muerte en 1975 entre los dos países no hubo relaciones hasta su restablecimiento en 1977.
 
Antes y después de Franco
 
Las relaciones políticas ruso-hispanas desde la muerte del Caudillo en 1975 siempre se han caracterizado por un detalle inexplicable: parece que políticamente estamos de acuerdo en líneas generales, estamos dispuestos a comerciar, lo declaramos mutuamente durante las visitas y reuniones en el más alto nivel (que no fueron pocas) pero en la práctica las cosas o van muy lentas o se atascan.

La visita del Presidente ruso Dmitri Medvédev a Madrid en 2009 cambió radicalmente los mecanismos de las relaciones bilaterales. En el curso de la visita fueron firmados numerosos acuerdos en los ámbitos político, económico, comercial, jurídico y turístico.

El acuerdo clave fue la Declaración de Asociación Estratégica que, según declara, “confirma el nivel existente de las relaciones y determina perspectivas de la cooperación polifacética ruso-hispana”.

La situación en el ámbito comercial es algo más complicada que en el político aunque comerciamos desde hace tiempo, en Rusia hay mucha demanda por el producto español.

Es poco conocido el hecho de que los vínculos comerciales entre los dos países empezaron a restablecerse desde los años 50 del siglo pasado, es decir, todavía en vida del general Franco. No fueron, sin embargo, operaciones muy significativas que, además, se llevaban a cabo a través de terceros países. Pero sigue siendo un hecho: las mercancías desde la España franquista llegaban al mercado soviético.

A primera vista parece que el comercio ruso-hispano es muy activo posiblemente porque los productos españoles en el mercado ruso son muy llamativos.  Consumimos mucho vino español (que ocupa el segundo lugar por importación a Rusia de vino a granel), productos cárnicos, bombones, concentrados y salsas. Usamos calzado español, alfombras españolas y muebles españoles.

El problema está en que en comparación de otros países de la Unión Europea, los volúmenes reales del comercio entre Rusia y España son insignificantes y no corresponden al potencial comercial existente. España es la tercera economía europea en términos de PIB. Sin embargo, Rusia es sólo el número 14 en la lista de sus socios comerciales. El intercambio comercial entre los dos países no supera los 9,5 mil millones de dólares. La proporción de las exportaciones rusas a las importaciones españolas es cerca de 2 a 1. Pero más de 90% de aquéllas son derivados de petróleo y metales ferrosos y no.

El intercambio comercial de Rusia e Italia, que no se diferencia mucho en nomenclatura de mercancías exportadas, es varias veces superior. ¿Por qué será?

No es culpa de Rusia que las relaciones hispano-rusas en el ámbito comercial y económico se desarrollen peor de lo que podrían (al menos ahora). La explicación está en la actitud de los españoles, y es de índole política.

O, más bien, ideológica, de una ideología anticuada pero arraigada. Los rusos estamos tan acostumbramos de ver en España un país liberal que por definición no puede tener aversión alguna contra Rusia. Pero la situación real es mucho más compleja y “abandonada”. Y son los españoles que deben cambiarla.

Hector Morel, ex presidente de la Cámara de Comercio de Andalucía, comenta al respecto: “España, donde tradicionalmente es fuerte la influencia de las entidades bancarias conservadoras y grandes capitales industriales que dictan su voluntad a cualquier gobierno, sea de izquierdas o de derechas, siempre ha frenado de manera artificial sus relaciones con Rusia. En resumidas cuentas, nuestro país sigue siendo influenciado por la propaganda anticomunista. No es de sorprenderse que el nivel de nuestra cooperación sea tan bajo y no corresponda patentemente al potencial de ambos países”.

Los españoles poco a poco van haciéndose a la idea de que Rusia merece un trato diferente, sobre todo gracias al segmento ruso en el mercado español turístico e inmobiliario. Es a lo largo de las costas del Atlántico y Mediterráneo donde salta a la vista porque están plagadas de “poblaciones rusas”.

Los rusos se instalaron en los lujosos complejos residenciales de Marbella, Torremolinos, Mijas y Fuengirola en Andalucía. En los no menos caros pueblos de la Costa Brava, en las más democráticas (bastante más baratas) residencias en la valenciana Costa Blanca y, claro está, en las islas Canarias.

Los españoles esperan este año la llegada de unos 600 mil de los turistas rusos. El año pasado fueron cerca de 500 mil.
 
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
 

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