Freedom House contra el gobierno de Egipto

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La cámara baja del parlamento egipcio votó por iniciar el pasado domingo 11 de marzo el procedimiento de retirar el voto de confianza al gobierno del país.

La cámara baja del parlamento egipcio votó por iniciar el pasado domingo 11 de marzo el procedimiento de retirar el voto de confianza al gobierno del país.

Sucedió por culpa de los estadounidenses, o más exactamente de las organizaciones no gubernamentales (ONG) de Estados Unidos que todavía funcionan en el teritorio del país norteafricano. Estas últimas en más de una ocasión habían protagonizado escándalos por todo el mundo, pero hasta ahora por su culpa no se habían derrocado gobiernos. Lo más curioso en esta historia, de momento, es la reacción de Washington a lo que está ocurriendo en Egipto.

La fianza de recuerdo

La historia empezó en octubre del año pasado cuando el gobierno postrevolucionario de Egipto empezó a manifestar interés por el papel que habían jugado las ONG estadounidenses y, en general, extranjeras en la revolución egipcia del 2011. El Cairo en ese momento acusó a estas organizaciones internacionales de infracciones relacionadas con la financiación y las normas de funcionamiento de las ONG. Pero estas acusaciones solo camuflaban las sospechas de que habían sido precisamente las ONG estadounidenses, aquellas cuya principal función consiste en desarrollar la sociedad civil en todo el mundo, las que instigaron las protestas masivas en el país africano tanto al principio del año pasado (contra el régimen de Hosni Mubarak) como en otoño (contra el nuevo régimen).

En diciembre de 2011, las autoridades egipcias ordenaron registros en las sedes de las ONG, confiscaron ordenadores y documentación, detuvieron a 43 empleados, incluidos 19 ciudadanos de EEUU. Los detenidos tuvieron que firmar un compromiso de no abandonar el país y se refugiaron en la Embajada de Estados Unidos.

La causa del escándalo de ahora es que la fiscalía egipcia levantó la prohibición de salir del país y los estadounidenses en seguida se fueron de Egipto dejando de recuerdo la fianza por un monto de 300.000 dólares y un mal sabor de boca a los jueces, y no sólo a ellos.

Un rompecabezas para los profesionales

Es difícil analizar qué es lo que está ocurriendo en Egipto y en otros países que protagonizaron la “primavera árabe”. A ello se dedican los arabistas profesionales que se están rompiendo la cabeza intentando adivinar lo que no saben ni los mismos árabes. Una cosa es evidente – los que iniciaron las revoluciones (o sea, la clase media baja urbana “armada” con las redes sociales y los intelectuales liberales) no consiguieron el resultado que pretendían conseguir.

Esto suele pasar: las revoluciones son iniciadas por unos, continuadas por otros y terminadas por terceros. La cuestión es cómo las fuerzas exteriores influyeron en los sucesos en Egipto y qué fuerzas fueron.

Existen varias versiones al respecto. La clásica sostiene que, como siempre, la culpa es del Occidente, especialmente de Estados Unidos, que organizó la caída de los regímenes (que eran, por cierto, claramente prooccidentales) en Túnez y Egipto o, al menos, contribuyó a impulsar el proceso perdiendo luego el control sobre la situación. Otra versión que recibe cada vez más confirmaciones es que los occidentales perdieron aquella batalla ante las monarquías conservadoras del Golfo Pérsico, que montaron en varios países árabes su propia “revolución de color” que tropezó solo con Siria. Se puede admitir que en realidad todos estos procesos se desenvolvían simultánea y caóticamente y aún están lejos de terminar, pero es cosa de arabistas profesionales. Es mucho más curioso analizar la reacción de Estados Unidos ante lo que está ocurriendo en Egipto.

La mujer enemiga

Los principales protagonistas del escándalo alrededor de las ONG en Egipto abrieron el año pasado una discusión pública en las páginas del diario estadounidense The Washington Post. Los egipcios intercambian declaraciones con los estadounidenses, sobre todo con la principal víctima de las acusaciones, David Kramer, presidente de Freedom House.

Esta ONG no es una más ya que suele ser el primer blanco de las acusaciones de instigar a la “sociedad civil” a la “revolución de color” en cualquier parte del mundo. Se debe a que Freedom House recibe del 66% al 80% de financiación del gobierno de EEUU, generalmente a través del Departamento del Estado, y sus presidentes suelen ser antiguos directores de la CIA.

En realidad, en muchas ocasiones otras organizaciones, menos conocidas y sin un largo hisorial, resultaron más eficaces. Pero Freedom House creada por el presidente Roosevelt en 1941 es una “vaca sagrada” entre las ONG. Su presupuesto asciende a 1.500 millones de dólares, que no es poco.

Su presidente argumentaba en diciembre tras las confiscaciones en las sedes de las ONG en El Cairo que la revolución en Egipto es la respuesta popular al incumplimiento de los derechos humanos y falsificaciones de los resultados de las elecciones. Que los militares egipcios se aprovecharon de la coyuntura para continuar con la causa de Hosni Mubarak. Que EEUU no debe financiar este régimen y que las autoridades del país norafricano tienen que permitir que las oficinas de las ONG vuelvan a abrirse

La particularidad de este primer artículo consistía en que Kramer se había buscado una enemiga principal, la ministra de Planificación y Cooperación Internacional de Egipto, Faiza abu el Naga. Ella dio la orden de cerrar las ONG. La ministra egipcia no tardó en responder a través del mismo medio diciendo lo siguiente: Egipto está atravesando la época de grandes cambios, se acabaron los tiempos cuando las ONG extranjeras podían trabajar sin estar debidamente registradas, 35.000 ONG egipcias y 83 extranjeras continúan funcionando con normalidad en el país, tras la revolución en Egipto EEUU aumentó bruscamente la financiación de algunas organizaciones, lo cual no pareció correcto al pueblo egipcio.

En la próxima respuesta publicada el 11 de marzo (cuando los detenidos ciudadanos de EEUU ya se marcharon de Egipto) Kramer ya no ataca sino se defiende alegando que Faiza abu el Naga es una figura perteneciente al pasado por haber trabajado durante 10 años en el gobierno de Mubarak y que las leyes egipcias contemplan la posibilidad de que una ONG realice sus actividades si, pasados 60 días tras la notificación sobre su apertura, no recibe ninguna prohibición legal.

Ahora se pronunció al respecto el parlamento de Egipto que está formado de acuerdo a la voluntad popular expresada en las elecciones del pasado enero y en el que el 60% de los escaños pertenece a los Hermanos Musulmanes y otros partidos islamistas, aún más radicales.

Resulta que el parlamento quiere (aunque no significa que lo vaya a conseguir) destituir al gobierno porque dejó a lo ciudadanos acusados de EEUU marcharse del país. Mientras, el gobierno con su arresto había intentado evitar que lo destituyan pero alguien decidió enviar a los estadounidenses a sus casas. Es decir, en el “nuevo Egipto” solo el perezoso no culpa a Estados Unidos por su papel en los acontecimientos del año pasado o porque sí.

Ahora la política exterior de EEUU en el Oriente Próximo está en una encrucijada: seguir ayudando a la islamización de la región, por ejemplo, en Siria, para no estropear relaciones con los nuevos dueños de la situación, las monarquías del Golfo, o retirarse y esperar tiempos mejores.

Mientras tanto los empleados de ONG que no llegaron a escaparse de la justicia egipcia podrían ser condenados por alta traición. Los procesos contra ellos tardarán en terminar.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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