Las esperanzas de desarrollo en China están en las innovaciones y en la cultura

© RIA Novosti . Alena BykovaLas esperanzas de desarrollo en China están en las innovaciones y en la cultura
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Hu Jintao y su equipo pertenecen a una generación que recuerda el impacto de la Revolución Cultural, cuando la cultura en realidad se estuvo destruyendo, y que tuvo efectos devastadores para la educación superior china, razón por la cual a los jóvenes chinos no les fue fácil acceder a una enseñanza de alto nivel en las décadas de los años sesenta y setenta. La nación necesitaba llenar este vacío.

Hu Jintao y su equipo pertenecen a una generación que recuerda el impacto de la Revolución Cultural, cuando la cultura en realidad se estuvo destruyendo, y que tuvo efectos devastadores para la educación superior china, razón por la cual a los jóvenes chinos no les fue fácil acceder a una enseñanza de alto nivel en las décadas de los años sesenta y setenta. La nación necesitaba llenar este vacío.

La industria cultural se convierte en un sector pilar de la economía nacional, anuncia uno de los artículos del periódico chino Diario del Pueblo. Hace un par de días, el mismo periódico declaraba: si quiere resumir lo que está pasando en China, la palabra es “innovaciones”. Pero si en muchos países suena a progreso científico o tecnológico, los chinos lo ven de otra manera: “Crecimiento basado en la cultura”. Se trata de la cultura que genera innovación.

Lo importante es saber copiar

Desde luego es una publicación propagandística en vísperas de 18º Congreso del Partido  Comunista Chino (PCCh), que se celebrará a partir del 8 de noviembre y que marcará el inicio del proceso de cambio del máximo liderazgo en el país. Desde que se anunció oficialmente la fecha del mismo, en los medios chinos aparecieron múltiples materiales analíticos sobre los temas más diversos: la lucha contra la corrupción (que es el tema principal), el crecimiento económico, etc. Pero estas discusiones son más o menos conocidas fuera del país, y sin embargo el tema de la relación entre la economía y la cultura es algo sorprendente.

Aunque en realidad no se trata una idea nueva y disparatada, más bien del resultado de la política que llevó a cabo durante los últimos diez años por el gobierno del actual presidente Hu Jintao. El cambio de liderazgo en China ocurre una vez cada diez años. Hu Jintao asumió la presidencia del país tras el Congreso del PCCh en 2002, donde se formuló, entre otras, esta idea.

Hace un decenio, el papel de China como “fábrica mundial” ya estaba consolidado. Fue entonces cuando surgió la idea de que es mucho mejor apostar por el aporte intelectual. Pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo reemplazar la tecnología por la cultura en el ámbito intelectual? Entonces sonaba raro y no se tomaba en serio.

Las buenas ideas muchas veces nacen en las situaciones desesperadas. Hu Jintao y su equipo pertenecen a una generación que recuerda el impacto de la Revolución Cultura, cuando la cultura fue destruida, y que tuvo efectos devastadores para la educación superior china, razón por la cual a los jóvenes chinos no les fue fácil acceder a una enseñanza de alto nivel en las décadas de los años 60 y 70. La nación necesitaba llenar este vacío. La educación y la cultura representan una ilusión utópica de esta generación que conoce de sobra los problemas heredados de la época anterior.

En realidad, estos problemas son muy antiguos: en el siglo XIX, el siglo de la decadencia en China, los pintores y artesanos del país valoraban por encima de todo la capacidad de copiar a la perfección las obras de las épocas pasadas. En la actualidad también copian de todo, aviones de caza o modelos de ropa, por eso son famosos.

En el siglo XX el país estuvo sumergido en constantes guerras y revoluciones. El resultado estaba a la vista: por ejemplo, los escaparates de las tiendas de ropa, que hace diez años estaban llenos de los modelos inspirados en el traje nacional, evidenciaban una falta absoluta de creatividad.

La cultura da dinero

Ahora toca hacer balance de la política aplicada. Los cambios más radicales se registraron en la industria de la información, que para los chinos forma parte de la cultura. El 80% de los medios de comunicación electrónicos fueron privatizados y sus acciones cotizan en el mercado de valores Nasdaq en EEUU. Incluso el Diario del Pueblo, el medio oficial del Partido Comunista, se convirtió en Sociedad Anónima, aunque el paquete de acciones de control pertenece al Gobierno.

Además, se privatizó el cine, el teatro, la pintura, las editoriales, todo lo que en los años noventa se subvencionaba por el estado. Sin embargo, la cultura “estatal” resultaba incompetente y el mercado local, según opinan los chinos, se vio conquistado por EEUU y Japón.

Ahora la situación es diferente. China se ha convertido en el tercer mayor productor cinematográfico del mundo tras la India y EEUU. El Premio Nobel de Literatura 2012 fue para el escritor chino Mo Yan. La pintura moderna china alcanza en las galerías del mundo precios de hasta un millón de dólares por cuadro.

Todo empezó con la privatización. Casi 300.000 puestos de trabajo en el sector cultural dejaron de financiarse del presupuesto público. Casi 100% de las casas editoriales y el 90% de estudios cinematográficos se transfirieron a manos privadas. El gobierno chino conserva el control sobre la televisión (aunque existen muchas cadenas de TV privadas) y un “control general”, es decir financiero, en el ámbito de la cultura.

Esto no es difícil. Resultó que muchas empresas del sector cultural, especialmente las productoras del cine, son rentables, el estado empezó a invertir en ellas ya no por tenerlas controladas sino por obtener ganancias.

Es evidente que las empresas del sector cultural son rentables si el PIB per cápita supera 5.000 dólares al año, como sucedió en China en 2011. La rentabilidad de la cultura se sostiene por el crecimiento económico general. Pero ahora, cuando se hace el balance del experimento económico llevado a cabo en el país durante la última década,  parece que existe una relación inversa.

Resulta que este sector de la economía nacional registró entre los años 2008 y 2010 unas tasas récord de crecimiento. Con un crecimiento del 24,2% la cultura se situó por encima del comercio, de la industria de exportación y otros sectores, alcanzando su volumen a una cifra de 172.000 millones de dólares, o un 2,75% de la economía nacional. Se espera que para el año 2015 este indicador aumente hasta un 5%.

Es decir, el “crecimiento basado en la cultura” significa que el sector cultural crece y hace crecer el PIB. Aunque existe un segundo nivel de abstracción: los economistas chinos creen que la cultura puede representar el “sector pilar” de la economía nacional. La creatividad desarrollada dentro del mismo rebasa sus límites y penetra en los sectores adyacentes: diseño arquitectónico e industrial, industria de la moda, medios electrónicos... Son innovaciones que, en lugar de los laboratorios, nacen en los talleres.

La publicación mencionada informa que las empresas chinas de este sector ahora adquieren activos y realizan fusiones en los mercados extranjeros: nuevos horizontes, nuevas fuente de ideas e innovaciones.

A modo de epílogo: las acciones de protesta en China las protagonizan los grupos más diversos de la población. Los campesinos protestan contra la expropiación de tierra para la construcción de hoteles, los habitantes de ciudad contra la ampliación de una planta química en la zona residencial. Solo la llamada “clase creativa” no protesta, aunque expone sus ideas y opiniones a través de Internet, y los hace de manera muy creativa.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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