El bastión de moralidad en el mar de vaguedad

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El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dirigió el 12 de diciembre el mensaje anual a la Asamblea Federal, el parlamento bicameral ruso, por primera vez después de volver a la Presidencia.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dirigió el 12 de diciembre el mensaje anual a la Asamblea Federal, el parlamento bicameral ruso, por primera vez después de volver a la Presidencia.

El discurso se desarrolló en torno al tema de la seguridad nacional, que adquirió en el mensaje presidencial una interpretación totalmente nueva para Rusia.

Ya en sus artículos electorales publicados en los pasados meses de enero y febrero Vladimir Putin reiteró varias veces, aunque de manera diferente, la idea de que el mundo es extremamente peligroso e impredecible y que esta situación irá agravándose. Al mismo tiempo, el grado de dependencia mutua es muy alto y nadie puede aislarse de lo que está pasando.

Lo externo y lo interno es inseparable, la inestabilidad fuera repercute con problemas dentro, lo primero agrava lo segundo creando un torbellino de turbulencia. La política del Kremlin, tanto la externa como la interna, está destinada a minimizar esta turbulencia y a reducir los riesgos.

En el escenario internacional esto se refleja en intentos de contrarrestar los pasos de otras potencias que, en la opinión de Moscú, no hacen más que empeorar el caos, quitando los últimos pilares al sistema de reglas. (Precisamente esto significa la postura de Rusia hacia Siria: cuando no podemos corregir, al menos no debemos agravar).

Pero estas posibilidades son limitadas a priori, Rusia, aunque sigue siendo un actor de peso, no es más que un actor entre muchos. Por eso en la correlación “lo externo-lo interno”, que determina la seguridad nacional, se debe hacer hincapié en lo que se encuentra bajo control, es decir bajo influencia, de manera más eficaz.

La seguridad del Estado en el mundo global se determina por su sostenibilidad interna, capacidad de hacer frente a las influencia externas. Putin está convencido de ello hoy. Estas influencias externas no son acciones de ciertos enemigos, como fue antes, sino la influencia del ambiente donde ya todo está entrelazado en el orden arbitrario. El presidente trazó los parámetros clave de lo que ve como garantía de sostenibilidad.

Por primera vez en este tipo de mensaje presidencial abundaron tanto palabras como ética y moralidad. El contexto hace evidente que el estado actual de la sociedad y de la clase gobernante requiere reconstruir estos conceptos. Putin ha dicho muchas palabras buenas sobre la responsabilidad de un ciudadano consciente, sobre los límites del control del Estado, criticó a los altos funcionarios por ser indiscretos diciendo que deben servir de ejemplos de alta moral. Y aunque un discurso como tal no puede cambiar nada, lo importante es que haya sido planteada esta cuestión. Durante un largo periodo de reformas en Rusia, por desgracia, la transformación de la sociedad se percibió, ante todo, como un proyecto económico cuyo elemento matemático se ponía por encima de los valores. Hasta las agitadas discusiones sobre los valores europeos se desarrollaban desde la óptica política e incluso geopolítica, pero nunca yendo al grano.

Las múltiples referencias en el mensaje a los problemas de cultura y educación deben estimular el desarrollo en una dirección nueva.

Muchos en Rusia son reacios a las innovaciones en la esfera de la formación y educación que, en su mayoría, están destinadas a optimizar los gastos y las instituciones, ya que los parámetros de cantidad suelen considerarse más importantes que la calidad. Y aunque Putin volvió a resaltar la importancia de la restructuración así como la idea de que es imposible asegurar el desarrollo sin cambiar nada, esta vez hizo hincapié especial en la relevancia de los aspectos social y humanitario.

El presidente tocó también su tema demográfico favorito, reiterando su sentencia de que para el éxito en el mundo “tenemos que ser más y mejores”. Ve los recursos humanos como la auténtica base de la soberanía, un elemento de mayor importancia entre los demás recursos. Además, Putin introdujo un nuevo concepto: “la demanda geopolítica” de Rusia. El país debe no solo mantenerlo, sino aumentarlo.

“Debe ser de interés para nuestros vecinos y aliados. Es importante para nosotros mismos, quiero enfatizarlo, esto tiene que ver con nuestra economía, cultura, ciencia y educación, con nuestra diplomacia, y sobre todo con nuestra capacidad de construir acciones colectivas en el escenario mundial… Por supuesto, también en gran medida esto tiene que ver con nuestra potencia militar, que es garantía de seguridad e independencia de Rusia”.

“Debemos desarrollarnos solo para adelante, yendo de cara al futuro”. Esta frase es un producto lógico de algunas de sus ideas de los artículos electorales, en los cuales Vladimir Putin constató que la época postsoviética ya había terminado y la agenda relacionada con ella ya estaba agotada. No es un secreto que en el curso de casi 20 años el motivo principal de la política rusa fue la superación del trauma causado por la desintegración de la URSS, lo que tuvo tanto sus ventajas como desventajas.

Sin embargo, ahora Putin resalta que la historia empezó no en 1917, con la revolución; ni tampoco en 1991, con la desintegración; y que la nación debe aprovechar toda su experiencia, que cuenta más de mil años. En particular cabe prestar atención al hecho de que Putin por segunda vez en sus mensajes públicos habla de la necesidad de rendir homenaje a las víctimas de la Primera Guerra Mundial, casi borrada de la historia del país en la época soviética.

Las palabras de Putin hacen esperar que la sociedad rusa renuncie a los inútiles debates sobre el siglo XX, que han perdido todo sentido y elemento intelectual hace tiempo ya, y se ponga a buscar un nuevo material histórico para construir su identidad.

Putin abordó, además, uno de los problemas clave, el del papel de la lengua rusa y de la cultura rusa como factor de unión. Aunque siempre parecía algo lógico, ahora, a medida que la sociedad está alejándose de la conciencia imperial -que comprendía, entre otras cosas, un Estado multinacional pero unido- los problemas de autoidentificación  amenazan con convertirse en un factor de turbulencia más.

De nuevo, como en el curso de su campaña electoral, Putin censuró de manera más brusca cualquier forma de nacionalismo o chovinismo, destructivos en primer lugar  para las naciones por el bien de las cuales se proclamen. Esta es la esfera que entraña los mayores desafíos para Rusia para los próximos años, las contradicciones interétnicas e interconfesionales requerirán la mayor atención.

Como siempre, Putin declaró que es inadmisible imponer cualquier forma de democracia y la participación de intereses financieros de otros países en la vida política de Rusia. Sin embargo, no hizo casi ninguna declaración altisonante respecto a las fuerzas exteriores, aunque muchos las esperaban. Más aún, el mandatario ruso comentó que teniendo en cuenta el deplorable estado de la sociedad, “no hace falta enemigo externo, todo se irá abajo por sí mismo”.

Esta idea también se puede calificar como alejamiento del discurso post soviético basado en la polémica sobre quién era el culpable de la desintegración de la URSS, que en los últimos años llevó al predominio de la idea de que eran los “enemigos externos”. El mensaje del presidente marcó una fase nueva, todas las cuestiones clave están bien planteadas. Ya pronto veremos si aparecen las respuestas.

 

*Fiodor Lukiánov, es director de la revista Rusia en la política global, una prestigiosa publicación rusa que difunde opiniones de expertos sobre la política exterior de Rusia y el desarrollo global. Es autor de comentarios sobre temas internacionales de actualidad y colabora con varios medios noticiosos de Estados Unidos, Europa y China. Es miembro del Consejo de Política Exterior y Defensa y del Consejo Presidencial de Derechos Humanos y Sociedad Civil de Rusia. Lukiánov se graduó en la Universidad Estatal de Moscú.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI


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