Rusia celebra junto con Bielorrusia y Ucrania los 1.025 años de su cristianización

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Sobre las razones históricas que llevaron a la adopción del cristianismo en Rusia, sobre las diferencias entre esta celebración y la que tuvo lugar en 1988 con motivo de los 1.000 años de cristianismo y sobre la misión especial que le corresponde a la Iglesia en el espacio postsoviético nos habla el primer vicepresidente del comité de formación de la Iglesia Ortodoxa rusa, el profesor de la Academia Eclesiástica de Moscú el arcipreste Maxim Kozlov.

El Día de la Cristianización de Rusia se celebra tradicionalmente el 28 de julio, el día en el que se venera al santo príncipe Vladimir. Este año, debido a que coincide con una cifra redonda –los 1.025 años de la adopción del cristianismo- los organizadores pensaron en hacer una conmemoración conjunta en Rusia, Ucrania y Bielorrusia.

Está previsto que se celebre por todo lo alto y que en ellas participen los más altos dignatarios y representantes de todas las iglesias ortodoxas… Sobre las razones históricas que llevaron a la adopción del cristianismo en Rusia, sobre las diferencias entre esta celebración y la que tuvo lugar en 1988 con motivo de los 1.000 años de cristianismo y sobre la misión especial que le corresponde a la Iglesia en el espacio postsoviético nos habla el primer vicepresidente del comité de formación de la Iglesia Ortodoxa rusa, el profesor de la Academia Eclesiástica de Moscú el arcipreste Maxim Kozlov.

- Las investigaciones históricas difieren en ocasiones sobre la fecha de la adopción del Cristianismo en Rusia: hay quien la sitúa en el año 990 y hay quien lo hace en 991… En su opinión, ¿corresponde efectivamente el año 988 desde el punto de vista histórico con la adopción del cristianismo?

- Es una cuestión que se ha discutido mucho: la fecha concreta y el lugar en el que se produjo la adopción del cristianismo en Rusia. Cuando se estaba preparando el primer tomo de la Enciclopedia Ortodoxa se produjo la última discusión seria sobre este tema. Y la mayoría de los historiadores llegó a un consenso sobre la ausencia de buenos fundamentos para cambiar la fecha.  Cuando hablamos de acontecimientos que tuvieron lugar hace más de mil años no tenemos más remedio que tolerar un cierto margen de error. Sin embargo, los datos históricos apuntan precisamente al año 988.

- ¿Y qué parte de la población de la Rusia de Kiev se convirtió al cristianismo en 988? ¿Hay algún tipo de datos sobre este particular?

- Creo que, si formulamos la pregunta de esta forma nos desviamos de lo que es realmente relevante. No se trata tanto de saber cuál era el porcentaje de habitantes de Kiev y de súbditos del príncipe Vladimir que adoptaron el cristianismo. La cuestión importante es que, en aquel momento, como ya había ocurrido en el siglo IV con el emperador Constantino, se comprendió que los cristianos (los que ya vivían allí o los que vivían en los territorios vecinos) y el cristianismo como religión podrían convertirse en el fundamento de la sociedad y del Estado que se pretendía crear. Es muy probable que se tratase de una minoría de la población. No es pues una cuestión de porcentajes y hacer una estadística referente al año 988 seguramente sería imposible. Lo importante es que esa minoría se convirtió, como se dice en el Evangelio, en la sal que hizo que todo a su alrededor quedara con sabor a sal; el caldo de cultivo que impuso a la historia de Rusia un rumbo determinado para los siguientes 1.025 años.

- ¿A qué se debió la elección de la ortodoxia cristiana como religión oficial de aquel Estado ruso antiguo? En las crónicas históricas se dice que al príncipe Vladimir no le satisfacía la prohibición de los mahometanos de comer cerdo y beber vino. O que se prefirió el cristianismo ortodoxo por la magnificencia de los rituales eclesiásticos. Es decir, por ciertos símbolos externos. ¿Hasta qué punto estas historias podrían reflejar la motivación real del gran príncipe?

- Diría que hay dos momentos distintos. Por un lado, no creo que esas consideraciones sean externas. Diría más bien que no encajan en el discurso puramente racional. La estética del ritual eclesiástico de la catedral de Santa Sofía no es como un vídeo que deja impactado a uno, sino que tiene mucho de contacto con algo que no es posible ver en ningún otro sitio. Incluso hoy en día los que entran en la catedral de Santa Sofía en Constantinopla pueden sentir ese algo: es realmente “el cielo en la Tierra” y no es difícil imaginar cómo esa experiencia vital causó un gran impacto en los rusos de la época que visitaron Constantinopla antes del príncipe Vladimir. No cabe duda de que esa experiencia tuvo su importancia, incluso si ha llegado hasta nosotros a través de un filtro mitológico en el relato de las crónicas de la época.

Evidentemente la elección del príncipe Vladimir no se debía exclusivamente a razones estéticas. Era sin duda la decisión de un hombre de Estado que veía en el cristianismo de rito ortodoxo oriental la mejor combinación de los fundamentos del carácter espiritual-religioso y nacional-estatal, para evitar el sometimiento del Estado y la sociedad al poder teocrático de la Iglesia, así como la sumisión de la Iglesia al Estado.

Hay otro momento importante además. En el siglo X el cristianismo ortodoxo oriental posibilitaba el desarrollo libre de distintas culturas nacionales. La traducción misma a las diferentes lenguas nacionales de los textos fundamentales del cristianismo y de los rituales cristianos se convirtió en un acontecimiento clave para esos pueblos. El pueblo estaba llamado a integrarse en una corriente de cultura bizantina y cristiano-oriental, y es evidente que el príncipe Vladimir, que era un gobernante sabio, no podía no ser consciente de ello.

- Muchas veces se oye decir que el renacimiento espiritual de la Rusia moderna empezó tras las celebraciones de los 1.000 años del cristianismo, que tuvo lugar en 1988... ¿Cree que le presta suficiente atención a este acontecimiento hoy en día en los medios de comunicación y por parte de las autoridades públicas?

- Creo que los actos de celebración de los 1025 años de la Cristianización de Rusia están teniendo lugar al más alto nivel. Para empezar, me parece muy importante que las celebraciones tengan lugar en los tres centros históricos del cristianismo ortodoxo ruso oriental: en Moscú, Kiev y Minsk.

Las celebraciones darán comienzo, como ha anunciado el Santo Patriarca Kiril, el 24 de julio en Moscú, en la catedral de Cristo Salvador con una misa solemne en la que tomarán parte los más altos dignatarios y los representantes de todas las iglesias ortodoxas. Y se culminarán con la celebración de una liturgia en Kiev, en la colina de San Vladimir, en la que también se espera la asistencia de jefes o representantes de las iglesias ortodoxas, así como de los jefes de Estado de la mayoría de los países de religión cristiana ortodoxa. No menos importantes celebraciones religiosas tendrán lugar en Minsk.

En sí, está unión de los tres centros del mundo ruso, que son además los centros de la ortodoxia bajo el ámbito de la Iglesia ortodoxa rusa, es sumamente importante. Además, el acontecimiento vendrá señalado por toda una serie de eventos: desde un festival popular el 24 de julio en Moscú, hasta una exposición en el metro de la capital rusa sobre “los dos bautismos de Rusia”. Son cosas que hablan del camino que ha recorrido nuestro país en estos 25 años.

En 1988 la celebración de la adopción del cristianismo en Rusia fue un evento eminentemente religioso. Y fue un acontecimiento que puso las bases para nuestro renacimiento espiritual, pero hay que reconocer que se llevó a cabo en un cierto aislamiento. En esta ocasión, vemos toda una serie de celebraciones solemnes que pretenden precisamente borrar las últimas barreras que puedan existir en la conciencia de ciertas personas, entre la vida social y la vida de la Iglesia.

- Con motivo de estas celebraciones se ha traído a Rusia desde Grecia la cruz del apóstol San Andrés. ¿Qué significado tiene este hecho para los creyentes rusos? ¿Tendrán lugar fenómenos de peregrinación masiva para ver estas reliquias sagradas del mundo cristiano, como ya ocurriera en 2011 cuando se trajo a Rusia el cíngulo de la Virgen?

- Por lo que se refiere a la peregrinación, no creo que deba hacer de profeta: ya se sabe que nadie es profeta en su tierra. Pero está claro que el hecho de que venga a Rusia la cruz de San Andrés tiene un gran significado: nos transporta a los orígenes mismos del cristianismo y muestra que, en general, la Iglesia ortodoxa -y en particular, nuestra Iglesia ortodoxa rusa- es una institución religiosa que ha surgido de la fe en Cristo y en los apóstoles. Y lo que lleva en su seno no es una cierta costumbre nacional o una cierta tradición étnica: es una vocación ecuménica ortodoxa; es el ecumenismo cristiano que nos une a Cristo y a los apóstoles.

- ¿Qué fuerza tiene hoy en día en la Iglesia ortodoxa ucraniana la tendencia a la separación con respecto al Patriarcado de Moscú? ¿Hay algún tipo de problemas en las relaciones con la Iglesia bielorrusa? ¿Qué factores son los que contribuyen a conservar la unidad espiritual en el espacio postsoviético?

- Creo que a pesar de los problemas que pueden surgir –y no podrían no surgir en algún ámbito de la Iglesia rusa o en alguno de los países en los que está presente- la Iglesia es la institución más estable y la que genera más vínculos de unidad en todo el espacio postsoviético. Ninguna otra institución ha sido capaz de conservar la unidad en un espacio tan grande y tan variado desde el punto de vista nacional.

Estoy profundamente convencido de que esto es posible por la naturaleza tan especial de la Iglesia, que no es ni una organización social, ni una institución paraestatal, sino que tiene una doble naturaleza: aun siendo parte de la historia humana, la Iglesia está ontológicamente ligada con lo eterno y, por ello, puede oponerse a las divisiones y a las escisiones de un modo completamente distinto al resto de instituciones históricas.

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