Armenia pone sus esperanzas en la Unión Aduanera

© RIA Novosti . Alexey Druzhinin / Acceder al contenido multimediaSerzh Sargsyán y Vladimir Putin
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Armenia ha dado a todos una sorpresa: Ereván ha anunciado su intención de integrarse en la Unión Aduanera formada por Rusia, Bielorrusia y Kazajstán.

Armenia ha dado a todos una sorpresa: Ereván ha anunciado su intención de integrarse en la Unión Aduanera formada por Rusia, Bielorrusia y Kazajstán.

De todas las antiguas repúblicas soviéticas que aspiraban a integrarse en las estructuras europeas, la que más posibilidades tenía era Armenia. La firma del acuerdo de asociación ha de producirse el próximo noviembre en la Cumbre de Vilna. Y precisamente por esta razón Armenia fue el primer país en ver cómo se complicaban sus relaciones con Rusia.

La guerra comercial con Ucrania todavía no había empezado, ni el vino importado desde Moldavia había provocado sospechas de los servicios sanitarios rusos, pero las tarifas de gas para Ereván ya estaban subiendo, mientras que a Azerbaiyán, país vecino y enemistado con Armenia, se le vendían con ostentación las armas más modernas.

Por otra parte, el precio de gas lleva subiendo varios años y las ventas de armamento a Bakú forman parte de los acuerdos de 2010. La compra por Ereván a China de lanzamisiles del tipo Smerch tampoco ha supuesto ninguna búsqueda de soluciones alternativas, sino la continuación de la práctica iniciada hace 15 años.

No eran más que simples coincidencias, pero dieron a las partes motivo para expresar su descontento. Era evidente que, de seguir Armenia de la misma forma, Rusia acabaría tomando hacia ella la misma actitud que hacia Ucrania o Moldavia.

Por otra parte, Ereván siempre ha dado en el espacio postsoviético el ejemplo de unas relaciones impecables con Moscú: todos los presidentes armenios hacían reverencias ante Rusia y conseguían al mismo tiempo un frágil pero eficiente equilibrio en sus contactos con el mundo.

Lo único que le quedaba a Moscú, dadas las circunstancias, era conformarse con la retórica sobre la cooperación, asistir a la inauguración en el centro de la capital armenia de un centro de cultura y negocios Casa de Moscú y comprar lo más atractivo a la economía armenia. Lo que presentaba interés para Rusia y aparentemente para nadie más era la infraestructura, en concreto los sectores de energía, transporte, gasoductos y telecomunicaciones.

Rusia se daba perfecta cuenta de que Ereván de forma consciente estaba poniendo en práctica reformas de su sistema político y económico, siguiendo las recomendaciones de los asesores extranjeros. Moscú no tenía nada en contra, porque no se sentía molesta en absoluto. Mientras tanto, en la propia Armenia ha empezado a circular la palabra “complementarismo”, un invento llamado a persuadir a Rusia y Occidente de que Ereván se veía en la necesidad de mantener buenas relaciones con todos, pero no por hipocresía ni maldad sino exclusivamente debido a su situación geográfica.

La revolución europea de Serzh Sargsián es uno de los intentos de llamar las cosas por su nombre, es decir, reconocer que Armenia, al igual que Georgia y Azerbaiyán, preferían Occidente a Oriente y estaban dispuestos a batallar en la medida de lo posible por la integración en las estructuras europeas. Nadie sospechaba que Armenia optaría por asociarse con Rusia, una grata sorpresa para Moscú después de que Kiev anunciara su definitiva decisión de asociarse con la UE.

Por otra parte, tanto Moscú como Ereván parecían sentirse a gusto con el estado de las relaciones bilaterales. Las empresas rusas, entre ellas Gazprom, Ferrocarriles de Rusia e InterRAO, que opera en el sector de la energía eléctrica, así como otras empresas rusas están interesadas en que la economía armenia se desarrolle y en que sea abierta al máximo. Así, Ferrocarriles de Rusia, que gestiona la red ferroviaria Armenia, está muy interesada en que se abra la frontera  con Azerbaiyán, indican algunos expertos. De lo contrario, ni siquiera las inversiones más grandes en el sector tendrán sentido.

La retórica de Ereván, sin embargo, no importaba y los intereses de Rusia en el país no peligraban.

Un gran número de analistas armenios supone que el principal punto débil de Ereván es en estos momentos la seguridad. En otras palabras, no existe alternativa alguna a su participación en la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva. La integración de Armenia en la OTAN es completamente imposible, dado que Turquía, el miembro más cercano de la alianza, es un antiguo enemigo de Ereván.

Ereván se ve de esta forma entre la espada y la pared: por una parte Moscú vende armas a Azerbaiyán y por otra, precisamente Moscú es el principal y único garante de la seguridad de Armenia. Ereván se siente herido, pero no hay nada que hacer. Algunos analistas aseguran que Moscú pudo haberle dejado a Sargsián las cosas claras e influido en la toma de la decisión. Una decisión que podría costarle al presidente armenio muchos disgustos: demasiados miembros de la élite política armenia estaban enfocados la asociación con la UE.

Un experto ucraniano ha dicho recientemente y con toda razón que la elección de principio ya está hecha, se trata de la integración en las estructuras europeas,  ahora hay que minimizar riesgos. En el caso de Armenia han sido demasiado altos, más altos incluso que para Ucrania, pese a que Kiev debería estar más interesado que Ereván en entrar en la Unión Aduanera.

El presidente de Asuntos Exteriores de Lituania, Linas Linkevicius, fue el primer representante de la Unión Europea en comentar la noticia recibida desde Moscú. Señaló que Armenia ha imposibilitado su integración en la UE. Bruselas de momento no ha ofrecido ningún comentario, alegando la necesidad de estudiar el asunto con calma.

Formalmente Ereván todavía puede firmar el acuerdo con la UE. El pasado junio Sargsián, al reunirse en Minsk con Dmitri Medvédev, anticipó ya su intención de entrar en la Unión Aduanera, donde la única forma de participar es una asociación completa. Enseguida quedó patente que el asunto de la UE se complicaba y representantes de la UE avisaron a Ereván de que las normativas aduaneras no habían de suponer para Armenia la más mínima limitación.

Por otra parte, la UE no tiene ninguna prisa en solucionarlo todo para la Cumbre de Vilna, dado que todavía quedan asuntos que resolver en caso de Ucrania y Moldavia. No se han hecho públicos los documentos que ha de firmar Ereván, de modo que todavía queda tiempo para hacer correcciones. Todo dependerá de lo que realmente han acordado los presidentes ruso y armenio.

Algunos analistas armenios defienden que el país seguirá adelante con el proyecto de integración en las estructuras europeas, porque de momento la asociación con la UE y la integración en la Unión Aduanera no son sino intenciones.

Hay quienes suponen que Moscú no puso reparos al viaje de Sargsián a Vilna pero le propuso a cambio convertirse en miembro de pleno derecho de la Unión Aduanera. De esta forma todos quedarían satisfechos: Ereván acordaría con Bruselas nuevas condiciones de asociación. Un empate.

Existe, sin embargo, otro punto de vista: Moscú no se contentará con ningún empate y Armenia tendrá que elegir entre la Unión Aduanera y la Europa común, pero en este último caso ya ni el país ni el presidente Sargsián contarán en adelante con el apoyo de la OTSC ni de Moscú.

Un desenlace delicado y una elección nada fácil.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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