La inmigración en Rusia, una alergia cada vez más peligrosa

© RIA Novosti . Vitaly Ankov / Acceder al contenido multimediaLos inmigrantes ilegales
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Cualquier conflicto con la participación de inmigrantes reanima las tensiones latentes entre la población rusa y los oriundos de la región del Cáucaso o de las exrepúblicas asiáticas de la URSS.

Cualquier conflicto con la participación de inmigrantes reanima las tensiones latentes entre la población rusa y los oriundos de la región del Cáucaso o de las exrepúblicas asiáticas de la URSS. Pero los últimos disturbios masivos, que el pasado 13 de octubre estremecieron el sur de Moscú, parecen marcar un hito en la escalada de la  xenofobia en la Rusia de hoy.

De 1.000 a 3.000 personas, según diversas fuentes, se congregaron en la madrugada del pasado 10 de octubre en un barrio del sur de Moscú para exigir a la policía que encuentre y detenga al asesino de un joven ruso apuñalado, presuntamente por un inmigrante.

Los disturbios desembocaron en el asalto de un mercado, donde se cree que viven y trabajan muchos inmigrantes pero que en el momento del asalto estaba vacío.

El odio hacia el inmigrante es un fenómeno relativamente nuevo en Rusia. La guerra de Chechenia, el terrorismo y la lucha contra él dividieron la sociedad rusa y hasta una pelea callejera puede ser el detonante de violentos conflictos. Así ocurrió en 2010, cuando las protestas por la muerte de un hincha del club de fútbol Spartak, Egor Svirídov, degeneraron en violentos disturbios en pleno centro de la capital rusa.

Esta tensión también caló en la política rusa. Cuando en septiembre pasado se celebraron las elecciones a alcalde de Moscú, casi todos los aspirantes prometieron en sus campañas ‘limpiar’ la capital rusa de inmigrantes.

La legalización de la xenofobia

Si bien antes no se podía manifestar abiertamente el odio al forastero, hoy el pueblo y ciertos políticos parecen haber logrado un entendimiento mutuo respecto a los inmigrantes.

Por supuesto que los disturbios en el sur de Moscú podrían haber estallado igual si durante la campaña electoral no se hubiese agitado la “lucha contra los inmigrantes”. Pero esa reciente campaña contribuyó a legalizar la xenofobia en la conciencia política ciudadana y atizó la envergadura de los disturbios del pasado 13 de octubre.

Hoy en Rusia ya no es necesario ocultar la xenofobia. Al contrario, el deseo de romper escaparates y de robar un par de botellas de alcohol se pueden justificar con el desvelo por  la limpieza étnica de una ciudad. ‘Rusia para los rusos’ parece ser el lema de la calle y los que no estén de acuerdo con él provocan sospechas.

Aquellos que antes hacían la vista gorda ante este problema hoy ya no podrán seguir haciéndolo y se verán obligados a determinar su posición.

¿Quién será capaz de persuadir a esa muchedumbre que ataca un centro comercial para castigar a los inmigrantes?

“Se puede entender la indignación de la gente”, dijo el portavoz de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el arcipreste Vsévolod Chaplin. “La sangre del asesinado apela al cielo y a la conciencia humana”, proclamó.

Si hace poco la idea de prohibir a las niñas musulmanas llevar el hiyab en todas las escuelas de Rusia provocó una ardua polémica, ahora ya se propone prohibir que los  hijos de los inmigrantes ilegales estudien en los colegios rusos y, de seguir así, pronto también habrá quien proponga prohibir que se les preste asistencia médica.

En cuanto a la actuación de las fuerzas del orden, los participantes de los violentos disturbios en el sur de Moscú pueden darse por satisfechos. El marcador a su favor es de 380 manifestantes detenidos contra miles de inmigrantes ilegales arrestados.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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