Al combate por España y el Zar

© RIA Novosti . V. Uvarov / Acceder al contenido multimedia1963. Rodaje de ”Guerra y paz” de Serguéi Bondarchuk
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El regimiento Luchana se formó durante las Guerras Napoleónicas y fue disuelto en 1960, tras haber pasado por las guerras carlistas, África, Cuba y la Guerra Civil... Una trayectoria bastante típica para una unidad del Ejército de España. Salvo que también era conocido como “Moscovita”….

El regimiento Luchana se formó durante las Guerras Napoleónicas y fue disuelto en 1960, tras haber pasado por las guerras carlistas, África, Cuba y la Guerra Civil... Una trayectoria bastante típica para una unidad del Ejército de España. Salvo que también era conocido como “Moscovita”….

Este nombre nada castizo constituye el último reflejo de la insólita historia de este destacamento que nació en 1813 en el lejano San Petersburgo como el Regimiento Imperial Alejandro I, formado por españoles que se habían pasado a las filas rusas durante la campaña napoleónica en Rusia.

La Grande Armée de Napoleón cruzó el río Neman, que entonces delimitaba la frontera rusa, el 24 de junio de 1812. Solo la mitad del enorme ejército, de 570.000 hombres, era francés. El resto de sus efectivos provenía de los países “aliados” –que los enviaron por o contra su voluntad– del gran corso: polacos, italianos, alemanes, austriacos, holandeses… y españoles.

El regimiento español llevaba el nombre de José Bonaparte, hermano mayor del emperador francés y constaba de más de unos 3.200 hombres. Gran parte de ellos formaron parte de los 14.000 militares encabezados por el marqués de La Romana que Carlos IV se vio obligado a enviar a Dinamarca en 1807, un año antes de abdicar, para asistir a los franceses en sus combates contra los ingleses.

Cuando España, ya ocupada, se sublevó contra el poderío francés, la mayoría de estos españoles no reconocieron al rey impuesto, el hermano mayor de Napoleón, José Bonaparte (a quien en España preferían llamar Pepe Botella), y consiguieron regresar en barcos ingleses para unirse a la lucha de su pueblo. No obstante, unos cuantos miles, dispersados por el territorio danés, fueron reducidos a prisioneros y enviados a un campamento en las afueras de Hamburgo donde pasaron cuatro años en condiciones muy duras.

Pese a la incesante lucha que libraba España contra los invasores franceses, formalmente se consideraba un país aliado y, como tal, debía participar en lo que Napoleón veía como su mayor triunfo, la expedición para someter a Rusia. No era fácil encontrar españoles dispuestos a participar en la aventura y los franceses decidieron echar mano de los ‘voluntarios’ prisioneros que además se encontraban mucho más cerca de la frontera rusa.

En el momento de alistarse en el regimiento bautizado con el nombre de José Bonaparte, los propios prisioneros españoles creían que iban a ser enviados a España donde podrían desertar y unirse en la lucha a sus compatriotas. Por lo tanto, decidieron prestar juramento a José Bonaparte. 

La inesperada destinación a Rusia no les hizo renunciar a sus planes. Al cruzar el Neman ya desertaron 133 españoles. Fueron capturados por los franceses, que fusilaron a la mitad de ellos. Este episodio marcó toda la campaña, en la que los ‘voluntarios’ españoles compaginaron paradójicamente las deserciones masivas durante las marchas con una lucha feroz en las batallas.

Uno de los oficiales ‘voluntarios’, Rafael de Llanza, puede servir de ejemplo del estado de ánimo de los españoles. En sus memorias, publicadas por sus descendientes en 2008, critica a los franceses y compadece a los rusos, contra los que se vio obligado a combatir.

Mientras, los rusos hacían todo lo que podían para escindir el ejército enemigo. No solo distribuyeron proclamas para alentar a los “voluntarios” aliados a pasarse a sus filas sino que en ningún momento trataron a estos tránsfugas como prisioneros: cada uno tenía asignado para su mantenimiento el triple de lo que correspondía a un cautivo francés: 15 kopés al día frente a cinco.

El Imperio ruso creó de los desertores varias legiones extranjeras, en particular, el ya mencionado destacamento español. Sus efectivos prestaron juramento al único poder que consideraban legítimo en España, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, en el aniversario del levantamiento de Madrid, el 2 de mayo de 1813.

Sin embargo, en casa no les esperaba un buen recibimiento: Fernando VII decretó el exilio para todos los oficiales que hubieran reconocido a José Bonaparte. Solo la intervención del enviado ruso en Madrid, Dmitri Tatischev, cambió su suerte e hizo posible la larga historia del regimiento que con los años, a pesar de cambiar su nombre por el de Luchana en honor de una de las batallas de las guerras carlistas, jamás dejó de ser ‘el Moscovita’.

La historia de esta formación militar, bastante olvidada, recobró vida hace unos días cuando la Asociación Histórico-Cultural española ‘Voluntarios de Madrid 1808-1814’, con motivo del 400º aniversario de la entronización de los Romanov, entregó al embajador ruso en España, Yuri Korcháguin, una réplica de la bandera del Regimiento Imperial Alejandro I.

 

La insignia se colocará en el Museo Panorámico de la Batalla de Borodinó de Moscú, dedicada a la batalla más importante de la campaña napoleónica en territorio ruso, que también contó con la participación de los militares españoles. Por primera vez su colección tendrá un objeto que conmemore esta curiosa página en las relaciones de Rusia y España.

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