«Un Estado y su progreso; por ello seréis juzgados. Vosotros tenéis la responsabilidad. Francia está preparada para ayudaros».
Estas palabras de Charles de Gaulle, pronunciadas en Dakar (Senegal) en diciembre de 1959, pretendían dar la pauta de la línea que seguiría la potencia europea tras la descolonización de sus territorios africanos. Bellas palabras en tono siempre paternalista del imperio, que ya no podía oponerse a la independencia soñada por sus súbditos africanos.
Desde entonces, París continuó manejando los procesos políticos de sus excolonias, a través de una red que ligaba a la metrópoli con diferentes marionetas políticas locales. La llamada «Françafrique» defendía las inversiones económicas en el África negra, apoyándose en golpes de Estado para frenar las pretensiones de quienes podían hacer peligrar sus intereses económicos y sus sueños estratégicos de gran potencia mundial.
«Guerra humanitaria»
Francia está ahora implicada militarmente en dos países africanos: Malí y la República Centroafricana. Su acción está avalada por la ONU y la Unión Africana. Y la nueva narración necesita una nueva terminología. Se trata de «guerras humanitarias», de «misiones de pacificación».
Africa es escenario de conflictos armados en los que se mezcla la codicia de las potencias por el control de sus riquezas, con el apoyo al yihadismo sufragado por algunos países del Golfo y la incapacidad de las élites africanas para tomar en sus manos el destino de sus pueblos.
París sigue defendiendo a sus empresas instaladas en África, pero no es ya la potencia que ayudaba a pisotear las ansias de democracia e independencia real. Estados Unidos y Europa persiguen los mismos intereses estratégicos que París, pero no quieren arriesgar las vidas de sus soldados ni gastar dinero en aventuras lejanas. Francia está obligada a actuar como «gendarme» internacional.
Paga así su rol en el pasado del continente.
*Luis Rivas, periodista. Ex corresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
