Si usted no es cubano, a estas alturas se estará preguntando si no hay un error de redacción en la afirmación anterior. Para cualquier extranjero, e incluso para muchos de nosotros, es algo difícil de entender, que se hace más complejo a medida que se profundiza en el panorama de la vivienda en Cuba.
Según el último Censo de Población y Vivienda, Cuba, con sus 11 millones de habitantes, tiene un total de casi cuatro millones de unidades de alojamiento, para un promedio de 2,87 personas por cada una. Diez años atrás la cifra era de 3,16, con lo que podría pensarse que ha mejorado la situación, pero lo cierto es que en esto influye el decrecimiento de la población y el déficit real se calcula en un número progresivo de más de medio millón de viviendas.
El escenario es aún más crítico si se tiene en cuenta que solo el 61% de ese fondo se encuentra en buen estado, mientras que el resto está clasificado como regular y malo.
Todo esto se agrava con la Espada de Damocles de los huracanes, siempre amenazantes en el Caribe, y que de una manera u otra afectaron a más de un millón de viviendas en la última década.
Las cifras de edificaciones nuevas han caído en los últimos años. Y eso, a pesar de los esfuerzos de potenciar la “construcción por esfuerzo propio”, para la que se entregan créditos y subsidios. Soluciones que benefician a algunos, pero que son consideradas por especialistas aún insuficientes para enfrentar el déficit.
En noviembre de 2011, el Consejo de Estado modifica la Ley General de la Vivienda, legalizando la compraventa entre personas naturales. Pero las cosas se complican porque no existen mecanismos financieros para facilitar el acceso a hipotecas y la única posibilidad es adquirirlas las casas al contado.
De ese modo se ha visto incrementada la especulación inmobiliaria, con precios exorbitantes con tendencia al alza, casi a niveles europeos y que muchas veces no tienen en cuenta el estado real de las edificaciones.
Según un estudio publicado en la revista Oncuba, el valor medio de una vivienda en la isla ronda los 22 mil CUC (equivalente al dólar). Esa ya es una cifra inaccesible para la inmensa mayoría, cuyo salario medio equivale a 20 CUC.
Así las cosas, la perspectiva de una vivienda decorosa y propia es un sueño inalcanzable para muchos. Según especialistas, podría ayudar un mayor desarrollo de las cooperativas en el sector de la construcción, o hasta la nueva ley de inversión extranjera, aunque para ésta última la demanda nacional es poco atractiva y se concentraría en la construcción de hoteles o inmuebles caros.
Por lo pronto, nosotros hemos navegado con suerte y encontramos ya un apartamentico con precio razonable. ¡Están invitados!