Francia: el Frente Nacional avanza en un terreno político desolado

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Luis Alberto Rivas - Sputnik Mundo
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Los partidos tradicionales, la prensa, los comentaristas oficiales, todo el establishment francés sigue en estado de choque tras el lepenazo en las elecciones europeas del 25 de mayo.

Que las previsiones y los sondeos daban como triunfador al Frente Nacional de Marine Le Pen era sabido. Pero la magnitud de la catástrofe del gobernante Partido Socialista, de los ecologistas, del centro-derecha y de la extrema izquierda dejan un panorama de ruina política difícil de levantar, pues ninguno de los perdedores es capaz de plantear soluciones concretas y diferenciadas a la crisis económica, industrial, social y, sobre todo, sicológica que sufre el país.

En un primer momento, algunos voceros de la elite intentaron minimizar la victoria del FN insistiendo en que se trata de unos comicios europeos y no representan el sentir de los franceses con respecto a las cuestiones internas del país. También se quiso insistir en que el vencedor fue la abstención y no el partido considerado por la izquierda como «la extrema derecha». Ciertamente, era dificil para muchos aceptar que el Frente Nacional se llevó la mayoría de los votos de los jóvenes y de los obreros de Francia.

Mientras Marine Le Pen intentaba sacar partido de su victoria aunando fuerzas aliadas en el Parlamento de Bruselas, sus rivales nacionales seguían obsesionados con el fantasma de las presidenciales de 2017 y en cómo resistir, sin hundirse hasta entonces, al empuje de su rival populista. 

Hollande y el PSF, sin crédito

El Presidente socialista, François Hollande, ha perdido no solo la adhesión  de los ciudadanos- un 82 por ciento está en contra de su gestión- sino que ha agotado su capacidad de maniobra. Después de dos años de política errática, caracterizada por la subida brutal de impuestos a las clases medias, Hollande se percató en enero de 2014 de que la recuperación económica y la lucha contra el paro – 10.5 por ciento — no se podía hacer sin la colaboración de la empresa privada. Su autoconfesión socialdemócrata, el abandono de las promesas izquierdistas y populistas de la campaña de 2012 le han valido la desafección de la izquierda de la izquierda, de sus ex aliados ecologistas  y de la propia ala izquierda de su partido.

Manuel Valls, el recién nombrado Primer Ministro en esa maniobra de cambio de dirección político-ideológica no ha tenido mucho tiempo de juego para poder torcer la tedencia de desapego de la ciudadanía hacia un gobierno incapaz de frenar la destrucción de puestos de trabajo, la desindustrialización y la pérdida de imagen internacional de Francia.

Hollande y Valls ya no pueden volver atrás e intentar hacer una política económica más «de izquierdas» cuando se han comprometido en un plan de ahorro del gasto público de más de 50.000 millones de euros, y en una iniciativa de ayuda a las empresas de otros 30.000. En los días previos a los comicios europeos, el gobierno prometió medidas económicas para las familias más pobres. El gesto no tuvo reflejo en las urnas. El gobierno socialista ha perdido la escucha de los ciudadanos de su país. Por eso, buscan ahora utilizar su derrota para intentar que la solución a sus problemas venga de Bruselas. Francia, el peor alumno europeo en el control de los déficits, implora a sus socios comunitarios la flexibilidad, el perdón a sus excesos y las inversiones masivas que el país no se puede permitir. En esas condiciones, Hollande y su partido tienen hasta las presidenciales de 2017 una perspectiva oscura, más próxima a un calvario que a una gestión reposada de la crisis.

La derecha, perdida y huérfana de líder

El centro-derecha, agrupado en el partido Unión Por el Movimiento Popular (UMP), sale también muy malparado de las elecciones europeas. Ha sido derrotado por el FN y ha profundizado la crisis de liderazgo interno. Por si fuera poco, su secretario general, Jean-François Copé, se ha visto obligado a dimitir, tras estar impliacado en un escándalo de facturas falsas por valor de decenas de millones de euros.  Para muchos ciudadanos, uno de los lemas del FN, «tous pourris», todos podridos, refiriéndose a la corrupción de sufren los principales partidos franceses, se volvía a hacer realidad.

Muchos en la derecha piden el retorno a la escena política del ex-presidente Nicolas Sakozy, el auténtico líder de la UMP. Pero el ex-mandatario es objeto de varias investigaciones judiciales que, de aquí a 2017, sin duda se harán publicas para poner obstáculos a su candidatura. Además, las diversas familias de la UMP (gaullistas, liberales y democristianos) deberían unificar sus criterios para elaborar un programa que les llevase sin temores a aplicar las reformas estructurales que Francia lleva aplazando desde hace más de treinta años.

El panorama no es mejor en la extrema izquierda. El Frente de Izquierda, los comunistas y las pequeñas formaciones trotskistas han sido ignoradas por un electorado que ya no cree en milagros. Obreros, jóvenes, empleados e indignados, en general, prefieren la radicalidad del Frente Nacional que las teorías del Siglo XIX. 

Marine Le Pen: objetivo Presidencia

Esa radicalidad se traduce en el abandono del euro y la recuperación de la soberanía económica e industrial nacional, en el control de la inmigración y en la lucha contra el islamismo rampante en el país, según el FN. Tanto el Frente Nacional como la extrema izquierda consideran que las políticas de la Unión Europea son nefastas para Francia. Pero Marine Le Pen y sus partidarios lo han sabido explotar mejor.

Con un gobierno socialdemócrata sin crédito popular, una derecha sin líder ni prograna ideológico y una extrema izquierda de atrezzo, el Frente Nacional se pavonea entre las ruinas del terremoto del 25 de mayo. Y, como sus rivales, piensa ya en la conquista de la Presidencia dentro de tres años. Mucho tiempo, es cierto, para hacer cábalas, pero reducido para enderezar la situación económica del país y  muy escaso para encontrar nuevos líderes y programas.

 

*Luis Rivas, periodista. Ex corresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.

 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

 

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