Entrevista concedida a Nóvosti por el sociólogo Rubén Aguilar Valenzuela, un intelectual de izquierdas y forjador de organizaciones de la sociedad civil, testigo privilegiado desde su cargo de coordinador de comunicación social y portavoz de la Presidencia de la República, en el círculo íntimo de los cinco hombres del presidente Vicente Fox (2000-2006).
¿Cuál es la dimensión de cambio en la industria energética mexicana y sus consecuencias en 2014?
Es un cambio histórico, que pone fin al último y más importante mito fundacional del Estado Moderno, resultado de la Revolución Mexicana de principio del siglo XX. El país acelera el camino del proceso de modernización y se deshace de un lastre, la legislación anterior, que en los últimos 30 años ha frenado el desarrollo de la economía y la explotación racional de los hidrocarburos.
La producción petrolera cayó 30% en 10 años, más de 300.000 millones de dólares menos en ingresos. ¿Por qué tardó tanto México en lograr reformas urgentes?
Estaba a la vista que el cambio era necesario y que no se podía seguir en el esquema monopolista, en su tiempo revolucionario, planteado por el general Lázaro Cárdenas con la expropiación petrolera de los años treinta. Lo que lo había impedido era la posición anacrónica y conservadora del PRI y también del PRD (Partido de la Revolución Democrática, centroizquierda), pero sobre todo del viejo PRI.
¿Cuáles fueron los obstáculos que impidieron a los presidentes Fox y Calderón lograr la alianza que impulsó la reforma?
El PRI bajo ninguna circunstancia estaba dispuesto a votar el cambio de la Constitución en materia energética en un gobierno que no fuera encabezado por él. Esa victoria no se la iba a conceder nadie.
¿Cuál es el secreto de la negociación exitosa del PRI?
El PAN sí quería la reforma energética y estaba obligado a votar a favor de la misma cuando el PRI la presentara. El PAN por sí solo, no lograba la correlación de fuerzas necesaria para el histórico cambio de la Constitución. El PRI quería la reforma para él y sabía que el PAN estaba dispuesto a votar a su favor. En todo caso, el PRI antepuso sus intereses particulares sobre los del país y retardó 12 años la posibilidad de la reforma, hasta regresar al poder. Y esto lo hizo consciente de que el PAN sí votaría a favor de ella.
¿Cuáles fueron los mecanismos internos de la negociación?
En el momento que el PRD se negó a la reforma, el PAN se empoderó e hizo que el PRI fuera mucho más adelante de lo que quería. El retiro del PRD permitió que el PAN se hiciera de la iniciativa. Utilizó bien esta posibilidad para obligar al PRI a ir más adelante en la apertura petrolera, en una reforma más ambiciosa y acorde con los tiempos. El PRI, entonces, se vio obligado a seguir los términos impuestos por el PAN. Por eso el alcance de la reforma energética se extendió.
¿Cómo se comporta la sociedad mexicana ante estas transformaciones?
El conjunto de las reforma, en lo general, no han sido bien valoradas por la sociedad y en particular la energética. El Gobierno no ha sabido o no ha querido argumentar a su favor en una discusión con la sociedad. El sector empresarial entiende bien las posibilidades que ofrece la reforma que le permite invertir en la industria petrolera, por primera vez desde 1938. La gran mayoría de la población, educada en la lógica del nacionalismo mexicano y de que el petróleo es de los mexicanos, no ve bien las reformas. Ahora las encuestas muestran que hay una tendencia a tener una mejor percepción de la misma. La sociedad se dará cuenta y las apoyará sólo cuando vea beneficios inmediatos en sus bolsillos. Gasolina y electricidad más barata, más empleo por las nuevas inversiones en el sector…
Las izquierdas parecen haber pasado de la indignación, al estupor o a la parálisis. ¿Cómo se explica su desorientación y división?
Se supone que las izquierdas plantean las posiciones progresistas y de vanguardia. No fue el caso y la izquierda mexicana: asumió e hizo suyo el discurso del “nacionalismo revolucionario” del siglo pasado que abandonó el PRI. En ningún momento quienes se dicen de izquierda hicieron propuestas progresistas. Mantuvieron una posición defensiva y de oposición, pero nunca de propuesta. Desde un principio se marginaron de la discusión. La propuesta más avanzada debió haber venido de las izquierdas, pero las que ahora existen en el país están mucho más cercanas de la ideología del viejo nacionalismo priista del siglo pasado que del pensamiento de las izquierdas europeas o de los socialistas chilenos y brasileños.
