Los diplomas del Instituto Médico Pirogov serán homologados en todo el mundo

© Foto : Segundo Instituto Médico de MoscúAndréi Kamkin, rector del Segundo Instituto Médico de Moscú
Andréi Kamkin, rector del Segundo Instituto Médico de Moscú - Sputnik Mundo
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Entrevista a Andréi Kamkin, rector del Segundo Instituto Médico de Moscú

En 2012, Andréi Kamkin, un científico de renombre mundial fue nombrado rector del Instituto Nacional de Investigación Médica Nikolai Pirogov, conocido también como Segundo Instituto Médico.

El nuevo rector, que enseguida emprendió profundas reformas, habla sobre las reformas que se han ido llevando a cabo en la Universidad médica y su merecido renombre internacional.

- ¿Qué cambios se han producido en estos dos años en el Segundo Instituto Médico?

— Cuando me nombraron rector en funciones, en agosto de 2012, la ministra de Sanidad de Rusia, Veronika Skvortsova, me propuso hacer de nuestra Universidad una institución académica de nivel internacional para finales de 2015, a más tardar. La administración determinó que única posibilidad de lograrlo no consistía precisamente en una colaboración más o menos abstracta con otras universidades, sino en conseguir para nuestro centro la posición de una universidad europea media.

A partir de ese momento comenzó una ardua labor, ya que cualquier universidad europea tiene que reunir determinados requisitos. En el contexto de Rusia, reunir dichos requisitos ha implicado superar innumerables trabas, las que fue liquidando paso a paso nuestra administración. En primer lugar, por supuesto, teníamos que solucionar el problema de la corrupción.

- El escándalo de las ‘almas muertas’ de estudiantes, matriculadas en 2011, ha provocado muchos rumores…

— No me atrevo a afirmar que la corrupción en esta Universidad con el rector anterior, Nikolái Volodin, estuviese más arraigada que en otras estructuras públicas del país. Tampoco quisiera hacer una valoración de la situación previa, pues no me encontraba en Rusia en aquel entonces, ya que estaba trabajando en proyectos internacionales.

En todo caso, nos enfrentamos cara a cara con el problema de la corrupción y adoptamos medidas duras, llegando incluso a desarticular determinadas cátedras y a despedir a trabajadores implicados en relaciones de lucro con estudiantes. A cualquier empleado que hemos “pescado” recibiendo sobornos le proponemos abandonar la Universidad. Y la inmensa mayoría, cuando evalúa las posibles consecuencias jurídicas, deja inmediatamente el centro.

Durante el primer año y medio de trabajo de nuestra administración hemos eliminado las infracciones de la ley más evidentes, cumpliendo así el primer punto de nuestro plan para convertir a la Universidad en una institución docente de nivel internacional.

Es sabido que en Europa quien acepte un soborno de un estudiante se enfrentará al desprecio generalizado, aunque cabe la posibilidad de que se muestre cierto respeto por aquel que haya robado a gran escala.

- ¿Y no considera demasiado radical la expulsión de aquellos estudiantes que se ayudaron unos a otros para copiar en el examen? ¿O se trata de un eslabón más de esa cadena encaminada a erradicar la corrupción a todos los niveles?

— Efectivamente. ¿O es que usted está dispuesta a confiar la vida de su hijo a los cuidados de un médico joven que toda su vida ha estado copiando los exámenes o que no ha hecho más que suspender asignaturas durante la carrera? Seguramente que  no…

- Por supuesto que no.

— Cuando esa historia se hizo pública, recibí en calidad de rector el apoyo de miles de personas, apoyo por el que me siento muy agradecido, pues se produjo precisamente al inicio de mi mandato.

Pero todo ello forma parte de un mismo sistema y había que resolver otro problema, todavía más difícil: había que echar a los estudiantes deficientes. Un inepto debería ser incompatible con cualquier facultad de medicina, pero nosotros teníamos alumnos que se presentaban a los exámenes de una misma asignatura hasta diez veces.

Cuando se les expulsaba, volvían a matricularse reiteradamente, algunos en seis o siete ocasiones, y eso era inadmisible, tomando en cuenta que en aquella época se expulsaba a muy poca gente.

Para formar buenos profesionales médicos y para incorporarnos al sistema europeo de universidades, tomamos la decisión de prescindir de los malos estudiantes. Y empezamos a “hacer una limpieza”, manteniéndonos, claro está, dentro del marco de las leyes vigentes. Tuvimos varios pleitos judiciales al respecto, pero en todos los casos el dictamen fue a nuestro favor.

El tercer problema que pudimos resolver está relacionado con los estudiantes que ya fueron expulsados. En ese aspecto también estamos ahora a la par del nivel estándar europeo. Logramos tomar medidas para impedir que cualquier estudiante de Medicina de cualquier facultad que haya sido expulsado no pueda volver a matricularse en ninguna otra facultad de Medicina. Hago hincapié en esto, se trata de cualquier facultad de Medicina. Un estudiante que aspira a ser médico tiene que contar con una sola oportunidad.

Esta decisión la tomamos hace un año y medio. Si antes todos los estudiantes expulsados solían incorporarse a los estudios, ahora sólo lo pueden hacer quienes reúnen los requisitos presentados en la nueva Ley de Educación, o sea, aquellos que no tengan ninguna asignatura pendiente. Es decir, no existe camino de vuelta para aquellos que tenían  previsto marcharse temporalmente, por no haber podido aprobar los exámenes, pero albergaban la intención de volver.

Esos eran los tres puntos clave del plan relacionado con los estudios.

- Pero hubo también un cuarto punto.

— Sí, y es el más importante. En Occidente el único criterio que cuenta a la hora de evaluar un centro docente es el número de publicaciones en revistas prestigiosas en el campo de la medicina. Nuestra Universidad siempre ha sido bastante famosa por sus investigaciones científicas, pero resultaba complicado contar con gran número de publicaciones en el extranjero, de modo que su cifra anual era estable, pero no muy alta.

En comparación con 2012, año en que el número de artículos publicados por nuestros colaboradores  fue tan bajo como antes, en 2013 la cifra aumentó unas 7,4 veces, lo que representaba ya un  resultado fantástico. Y sólo en el primer semestre de este año se registra un crecimiento de unas 10,5 veces en comparación con 2012. Esperamos poder aumentar esta cifra para finales de 2014 unas 20 o 25 veces.

- ¿Y de qué forma? Porque resulta difícil imaginarlo…

— En primer lugar, se trata de una buena organización del trabajo y de las finanzas. Para que un organismo se dedique a la investigación, es necesario que sus colaboradores cuenten con un salario estable, con laboratorios provistos del equipo técnico imprescindible y con el material necesario.

Durante un año y medio probamos subir el sueldo de nuestros colaboradores, les animábamos con remuneraciones, pero en casi ningún laboratorio esta medida dio resultados evidentes. La gente se había acostumbrado a no aspirar a dinero extra, en los últimos 25 o 30 años se las había arreglado para ganarlo fuera de nuestro instituto. No notamos muchas ganas de trabajar.

Reestructuramos el funcionamiento de los laboratorios de acuerdo con los principios europeos. Ahora las instalaciones cuentan con todo lo necesario, sus empleados pueden asistir a los congresos por cuenta del centro. No menos importante resulta que sus pagos alcanzan un nivel promedio europeo, por ejemplo, por cada artículo reciben entre 1.000 y 1700 dólares.

- ¿Cuáles son las obligaciones de sus colaboradores en la Universidad?

— En primer lugar, cada colaborador ha de escribir uno o dos artículos al año, para el personal docente la norma es de un artículo por tres autores. Las publicaciones han aumentado. A partir del año que viene subiremos dos veces los salarios, pero nuestros colaboradores, al igual que en Occidente, deberán redactar tres artículos por año y los profesores, uno.
Creo que se trata de una norma justa, al ser un instituto de investigación, cuyos empleados deben dedicar su tiempo por igual a la enseñanza y la investigación. Un especialista tiene que saber hacer las dos cosas, los conocimientos deben llegar a los jóvenes.

Estos son en rasgos generales nuestros avances en los últimos dos años. Algunos libros de investigadores nuestros que han aparecido en el extranjero cuentan con una buena demanda en el mercado.

Una vez solucionados aquellos problemas que nos impedían convertirnos en una Universidad de nivel internacional, acudimos a las estructuras pertinentes de la Universidad de Cambridge que se encargan de los requisitos de homologación de un centro docente y de los  permisos para los estudiantes que deseen pasar el IMAT (International Medical Admissions Test).

- Ya sabemos que el 31 de julio su Universidad fue incluida en la lista internacional de centros docentes donde los estudiantes pueden pasar la prueba en cuestión, en esa lista aparecen las Universidades de Cambridge y Oxford.

— Sí, de momento sólo la pueden pasar los ciudadanos de Rusia. Nos propusieron lanzar el proyecto a nivel de la CEI, pero optamos por esperar hasta 2015. Lo que ocurre es que el número de aspirantes aumentaría bruscamente, pero el proceso de introducción supone un minucioso trabajo de organización, por lo cual se decidió implantar la prueba en dos etapas.

- ¿Quiénes podrán pasar esta prueba en otoño de este año?

— Los estudiantes de la Facultad Internacional que sean ciudadanos de Rusia y que hayan ingresado en 2014 en cursos de pago. Ellos, si así lo desean, podrán estudiar de acuerdo con los planes curriculares de las dos Universidades, pero solo podrán aspirar al segundo diploma, el europeo, aquellos que pasen el 16 de septiembre el IMAT y más tarde aprueben los exámenes necesarios. En el presente contamos con 40 jóvenes, tienen resultados de selectividad muy buenos, pasaron el examen de inglés y reunieron 5 puntos o más por encima de la escala IELTS.

- ¿Resulta realmente tan importante para su Universidad participar en esta prueba?

— El que nos hayan permitido participar en el IMAT abre ante nosotros todas las perspectivas de un centro extranjero, empezando por la admisión de estudiantes y acabando por la homologación de diploma, la cual, lógicamente, tendremos que plantearnos dentro de 5 años. Hasta entonces contamos con diplomas garantizados por una universidad europea. Ya coordinamos nuestros planes de estudios con el sistema de educación europeo en todas las asignaturas en los primeros tres años de estudios, nos quedan los últimos tres años de carrera.

Un minucioso análisis de la situación nos reveló que en algunas asignaturas nuestra educación supera a la europea. Y tratamos de compaginar en los planes de estudios lo mejor de la escuela de medicina rusa y del sistema europeo, en primer lugar, las tecnologías. Así el centro docente ha salido ganando.

Estos cambios nos permiten enviar estudiantes al extranjero, por ejemplo, para estudiar algunas asignaturas y, al contrario, recibir estudiantes europeos aquí. Antes era bastante difícil organizarlo. A partir de este año se ha lanzado el programa de doble diploma con la Universidad de Milán. En 2015 empezaremos a cooperar además con las Universidades de Turín y la Universidad Técnica de Viena, serán programas para la Facultad de Medicina y Biología.

Iremos aumentando el número de universidades asociadas, pero éste no es nuestro único propósito. Después de cinco años de cooperación con programas internacionales, nos espera la acreditación internacional que hará que nuestro diploma sea homologado en todos los países del mundo.

- ¿Hay en estos momentos estudiantes extranjeros en su Universidad?

— Sí, existen cuotas del Ministerio de Sanidad para estudiantes de países africanos y los miembros de la CEI. Los jóvenes de los países de Oriente Medio y la región asiática vienen por su cuenta y suelen firmar contratos individuales. Tenemos varios estudiantes de Alemania, República Checa, EEUU, Canadá y unos 60 estudiantes latinoamericanos. La facultad de estudiantes extranjeros cuenta con unos 1.000 estudiantes.

Los ciudadanos extranjeros pasan exámenes de ingreso y luego estudian gratis, al igual que los estudiantes rusos, y al final se les entrega el diploma ruso. Suelen homologarse por cuenta de países de origen (Malasia, por ejemplo, pero la mayoría proviene de los países del espacio postsoviético), o pagar de forma individual.

- ¿Sus graduados serán los primeros estudiantes rusos en recibir un diploma en Medicina reconocido a nivel mundial?

— Será el primer diploma en nuestro país y en la CEI que esté completamente homologado. Pero es muy pronto hablar de ello. Ahora estamos empezando a colaborar con Milán, el año que viene, con Turín y Viena. Más tarde, ampliaremos los programas relacionados con Alemania y Reino Unido.

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