La Europarada en Kiev

© RIA Novosti . Evgeny Kotenko / Acceder al contenido multimediaDesfile con motivo del Día de la Independencia de Ucrania
Desfile con motivo del Día de la Independencia de Ucrania - Sputnik Mundo
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La calle Kresсhatik, la principal de la capital de Ucrania, fue el 24 de agosto escenario del primer desfile militar del nuevo régimen, instaurado después del derrocamiento en febrero del presidente Víctor Yanukóvich. El interés en el evento era enorme por una serie de razones.

En primer lugar, en los veintitrés años de existencia independiente, las autoridades de Ucrania organizaron contadas veces paradas militares, pues no existía la arraigada tradición del tipo del desfile anual del 14 de julio en los Campos Elíseos.

En el periodo indicado se convocaron tan solo cuatro desfiles como es debido, con tropas que marchaban y armamento: en 1994, 1998, 2001 y 2007. El de ayer fue el quinto en los veintitantos años. La causa de la poca frecuencia de estos espectáculos era bastante sencilla: la falta de dinero.

El desfile que se había estado preparando en 2011 fue suspendido por consideraciones de ahorro de fondos públicos. Más aún que el presidente que suspendió la actividad de entonces era en general un pacifista a ultranza, que no entendía la necesidad de los desfiles militares, y del Ejército en general, en Ucrania.

© RIA Novosti . Vladimir Fedorenko / Acceder al contenido multimediaMaxim Sokolov
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Los dirigentes del nuevo régimen entienden esto perfectamente y de qué pacifismo se puede hablar si en Donbás está en marcha una guerra con toda su fuerza y crueldad. Pero, aparte de la lógica, "si en el país se libra una guerra, ¿cómo no convocar una actividad patriótico-militar?", está también aquella regularidad general de que los regímenes "revolucionarios" de reciente creación, e incluso no del todo aún arraigados, asignan una relevancia especial a los nuevos símbolos del Estado, el militar incluido. Al respecto podemos recordar la Francia revolucionaria de fines del siglo XVIII o la Rusia Soviética de 1918.

A propósito, por esta razón, erra en el blanco la indicación de que, dada la situación lamentable de las finanzas estatales de Ucrania, evidentemente mucho peor que en 2011, cuando Yanukovich suspendió el desfile por motivos de ahorro, la pomposa actividad es demasiado onerosa para el erario.

Sin duda que dispendiosa, y no en vano, en los días preparatorios para el desfile fueron sometidos a recorte no solo los pagos sociales del presupuesto, que son siempre los que sufren en primer lugar, sino incluso los gastos de financiamiento de las misiones de Ucrania en el extranjero, lo que para un país que busca intensa y desesperadamente respaldo internacional, es un signo ya de necesidad extrema. Aquí valga recordar la petición casi limosnera de dinero al extranjero. El planteamiento abierto del titular de Exteriores de Ucrania, Pavló Klimkin, de que sería bueno que Alemania, a imagen de un plan Marshall entregara el dinero a Ucrania según un plan Merkel, reviste un carácter del todo explícito, y hasta incluso latoso y obsesivo.

Pero, cabe recordar la fórmula que reza, "no economizar en la ideología". En las revoluciones de Francia y de Rusia antes mencionadas, la caja fiscal estaba incluso en un estado mucho más lamentable que ahora en Ucrania, lo que no era óbice para la celebración amplia de actividades públicas ideológicas. Además que una revolución y una guerra demandan siempre gastos extraordinarios de presupuesto. Y el mandatario de Ucrania, Petró Poroshenko, definió derechamente el estado de Ucrania, en su discurso pronunciado en la parada militar, como de un Estado que combate, es más, que combate a un enemigo externo, léase Rusia.

Los modelos concretos de tal financiamiento inconmensurable pueden ser diferentes, pero la esencia es una: serán otros los que pagarán lo que acontece ahora. Es posible que las generaciones futuras de ucranianos, posiblemente el enemigo derrotado, posiblemente el extranjero con su ayuda generosa.

Lo principal es no fijarse ahora en los gastos. Partiendo de esto, la parada militar se realizó con la pomposidad máxima, a semejanza de los desfiles de los tiempos soviéticos, lo cual en parte resulta paradójico. Y ello porque toda la ideología de la Ucrania contemporánea se basa en la aversión total de cualquier continuidad de la Ucrania soviética.

Con tal postulado, la parada militar, con modelos de la vieja técnica soviética, dentro del más puro espíritu de la añosa estática soviética, se veía un tanto extraña. Aunque, por otra parte, ¿de dónde sacar nuevos sistemas de armas y una nueva estética militar? Había que marchar con lo que hay.

Es evidente que hubo que resignarse a que el estilo militar soviético, un tanto quizás desgastado por el tiempo y el provincialismo general se combina bastante mal con la ideología de la "senda real europea". Más aún que en Kiev, de la "senda real europea" hablan ahora muchísimo menos, pues la campaña de Donbás, al margen de como la ofrezcan o la presenten, es de un campo muy distinto del europeísmo tierno y complaciente. En Lugansk, Górlovka o Donetsk sobran la "ternura y complacencia" a más no poder.

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Ucrania celebra el Día de la Independencia - Sputnik Mundo
Ucrania celebra el Día de la Independencia

Naturalmente que existe otro problema. La tradición militar es tal que, en caso de necesidad, el ejército puede ser arrastrado a una guerra civil. ¿En qué más combatir? Pero, en el sentido de los rituales militares, en una guerra como ésta la conducta es mucho más modesta, pues, con las distinciones militares y las marchas militares de facto se rinde homenaje a la victoria de unos ciudadanos del país sobre otros, lo que no es muy usual.

Más usual es que en una guerra no se entreguen condecoraciones. Por consiguiente, también la parada militar enaltece el poderío de las armas ucranianas disparadas contra los propios ciudadanos, lo que en el sentido ideológico no es muy bueno. La salida de esta trampa, exhibida por Poroshenko, consiste en que la guerra en Donbás, aunque no sea civil ni del todo ruso-ucraniana, tirando más alto dijo que eran los primeros relámpagos de la Tercera mundial, en la que Ucrania funge de destacamento de avanzada que se inmola para no permitir que estalle el siniestro mundial. Y cómo no marchar en un desfile el destacamento de vanguardia unificado de la humanidad.

Es cierto que todas estas estructuras ideológicas deben ser evaluadas desde el punto de vista de su eficacia. Si ellas operan, bueno, pues "a la guerra como a la guerra". Pero, si no funcionan, también "a la guerra como a la guerra". ¿Logró animar a los ucranianos, cohesionándolos en una nación combatiente? Si no lo logró del todo, el desfile no sirvió para nada.

Más aún cuando simultáneamente con el desfile en Kiev, en Donetsk se llevaba a cabo otro ritual militar: la marcha de una columna de prisioneros ucranianos por el centro de la ciudad, a semejanza del "Gran Vals" de Moscú, en verano de 1944, cuando también fueron arreados los prisioneros de guerra alemanes. O según un modelo más antiguo de los triunfos romanos, cuando en homenaje al vencedor despedían a los prisioneros.

A juzgar por una primera reacción, el triunfo de Donetsk causó una impresión enorme en los ciudadanos de Ucrania, de manera que el efecto de la parada militar de Kiev será, en adelante, inseparable del efecto producido por la marcha de los prisioneros en Donetsk.

Por Maxim Sokolov

 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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