Negociamos en Beslán hasta agotar el último argumento

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Entrevista con Yuri Torshin, veterano del grupo Alfa y participante de la operación en Beslán

El Día del Saber de 2004 ha quedado para siempre en la memoria de la escuela Nº1 de la ciudad de Beslán como un día de dolor. Este 1 de septiembre se cumplen 10 años del día en que una banda de terroristas ocupó ese colegio tomando como rehenes a cientos de niños, a sus padres y maestros.

El balance de aquella fechoría terrorista fueron 335 muertos, entre ellos 318 rehenes, de los cuales 186 eran niños, además de 10 efectivos del Centro de misiones especiales del Servicio Federal de Seguridad de Rusia, dos funcionarios del Ministerio para Situaciones de Emergencia, quince policías y un habitante de Beslán, participante en el rescate de los rehenes.

Yuri Torshin, coronel de reserva, participante en la operación especial de rescate de rehenes, relata a RIA Novosti los trágicos hechos ocurridos en aquellos tres días:

Todo comenzó durante la celebración de la formación solemne que, habitualmente, se lleva a cabo ese día, todos los años, en las escuelas. En ese momento, más de treinta terroristas irrumpieron en la escuela en un camión GAZ-66, cercaron a la gente, hicieron entrar a todos los alumnos en la escuela, y tomaron como rehenes a parte de los padres, maestros y a los niños.

Ese mismo día, los grupos “Alfa” y “Vímpel” de las unidades antiterroristas del Servicio Federal de Seguridad fuimos trasportados al aeropuerto de Beslán, donde nos esperaban ya vehículos que nos llevaron hasta la escuela. En torno a ella se encontraban numerosos parientes, los padres, y los que fueron testigos de lo ocurrido. Había una multitud enorme, la policía acordonó el perímetro de la escuela y nosotros comenzamos a trazar el plan de rescate de los rehenes. El Estado Mayor se ubicó en la sede de la administración local. Estaban allí presentes el presidente, el jefe de gobierno, en general, toda la dirección de Osetia del Norte, innumerables funcionarios del Servicio federal de Seguridad, del Ministerio del Interior, de las Tropas del Interior.

Para comenzar se decidió entablar conversaciones con los terroristas y evitar el derramamiento de sangre. Los terroristas se negaron, encerraron al grueso de los rehenes en el gimnasio de la escuela, y la minaron. Después exigieron a modo de ultimátum poner fin a la guerra en Chechenia.

Nosotros pedimos hacer llegar agua a los niños y algunos medicamentos indispensables, lo que también fue rechazado por los terroristas. A continuación, como una medida de amedrentamiento, los terroristas ejecutaron a unos diez rehenes y arrojaron sus cadáveres desde el primer piso. Acudieron unidades del Ministerio para Situaciones de Emergencia y logramos finalmente convencer a los terroristas de la necesidad de retirar esos cadáveres. Regularmente lanzaban disparos provocativos tanto desde el primer como el segundo piso, razón por la que los especialistas del Ministerio para Situaciones de Emergencia trabajaban en un ambiente extremo, mientras que nosotros, como podíamos, los protegíamos. Sin embargo, uno de ellos resultó herido.

Entiendo que las conversaciones fueron estériles…

Comprendiendo toda la gravedad de la situación, en el segundo día volvimos a proponer el envío de alimentos, de agua para los rehenes, debido a que el tiempo era caluroso, la temperatura no bajaba de los 25 grados centígrados. Pero los terroristas volvieron a rechazarlo. Más tarde, al proceso de conversaciones se incorporó Ruslán Áushev (primer presidente de la República de Ingushetia). Áushev anunció que iría a conversar con los terroristas. El mediador entró en el territorio de la escuela, mantuvo conversaciones, pero sin resultados positivos. No puedo decir qué conversó con los secuestradores, y con quién de ellos dialogó, pero al salir de la escuela traía a tres o a cuatro niños.

Usted dijo que desde el aeropuerto los llevaron de inmediato a la escuela. O sea que se puede decir que realizaron la operación sobre la marcha.

No, estuvimos prácticamente dos días preparando la operación, estaban en marcha las conversaciones, tratábamos de convencerlos a los terroristas de que era demasiado cruel su conducta, que no cabía actuar así. Les decíamos que estábamos dispuestos a escuchar sus exigencias. Lo único que hicimos de inmediato fue cercar la escuela a fin de que nadie se escapara. Se realizó una cierta labor operativa, estudiamos las posiciones, los planes de la escuela en el caso de un asalto. Todo ese trabajo se realizó de conjunto con los servicios operativos, con el Servicio Federal de Seguridad de Osetia del Norte y con el aparato central.

Háblenos de su papel en esa operación.

El grupo de asalto que dirigía lo componían unos 30 agentes. Me fue planteada la tarea de abrirnos pasos a través de la entrada central. Primero liberamos un pequeño local de un piso de antes de la entrada en la escuela, donde estudiaban los primeros grados, y a través de él seguimos ya a través de la entrada central y prácticamente todo el primer piso de unos 75 metros de largo se encontró a nuestra disposición. Cada grupo recibió su tarea y el asalto se realizó desde tres o cuatro puntos.

¿Cuál fue el grado de resistencia que les opusieron los terroristas durante el asalto?

Enfrentamos resistencia por todas partes, sobre todo en el segundo piso, donde había más terroristas. Durante el asalto perecieron unos diez oficiales de las unidades especiales. En mi unidad no hubo víctimas mortales, solo heridos. Gracias a Dios logramos evitarlas.

El objetivo principal es siempre liberar a los rehenes, sin que hubiese víctimas. Nunca se plantea la tarea de eliminar a los terroristas, porque no se sabe cómo se van a comportar durante el asalto.

En los medios de difusión se informó de que la escuela era un objetivo propicio para los terroristas. ¿Qué hay de verdad en ello?

Toda escuela es un objetivo propicio para los terroristas: hay paredes, hay rehenes con los que cubrirse, tal y como hicieron estos terroristas. Hay decenas, si no cientos de edificios como este. Este objetivo fue elegido porque allí había niños, porque tenía una celebración masiva, y otras muchas razones. Naturalmente que ellos se prepararon para esta operación y la fraguaron muy meticulosamente.

Las armas fueron traídas previamente, los sujetos llegaron en un camión, en el que cargaron la cantidad indispensable de municiones y explosivos. De los terroristas quedó con vida uno solo, que trató de escapar en el momento de la liberación de los rehenes, pero los pobladores lo reconocieron y nosotros lo capturamos vivo. Habían escapado dos, pero la muchedumbre, atrapó a uno y lo linchó. Al segundo lo atrapamos con vida. No dijo nada inteligible, tan solo que la operación había sido planificada de antemano. Se trataba de un extremista que cumplía órdenes, no era un dirigente. No pudo siquiera nombrar quien había planificado la operación.

¿Qué puede decir de la organización de la operación en general, la coordinación con el Ministerio para Situaciones de Emergencia y los médicos?

Ellos se expusieron al igual que nosotros a las balas, ofrecieron toda la ayuda indispensable. Los vecinos de Beslán ayudaron también: evacuaban a los heridos y a los supervivientes. Aunque los terroristas fueron eliminados, lamentablemente no logramos evitar las víctimas. La insatisfacción se debe a que hubo muchas víctimas inocentes y también muertos entre oficiales dignos.

¿Hubiese sido posible realizar esa operación más rápidamente, sin esperar dos días?

No, porque era necesario realizar un conjunto de actividades operativas, intentar llegar a un acuerdo por las buenas. Una operación sobre la marcha era inviable, porque allí había cientos de personas y las víctimas hubiesen sido muchas más.

Por Alexéi Panshin

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