Estos arrestos se suman a los 371 que Israel ha efectuado en las últimas dos semanas a raíz de la desaparición de tres chicos israelíes el 12 de junio en Cisjordania.
El Ejército lanzó el 13 de junio la operación “Guardianes de los Hermanos” –la más grande que lleva a cabo en Cisjordania desde la Segunda Intifada (2000-2005)– para encontrar a los tres adolescentes, presuntamente secuestrados cuando volvían de estudiar en sus escuelas religiosas, situadas en asentamientos, y se dirigían a sus casas.
“ME HAN SECUESTRADO”
Los jóvenes, Eyal Yifrah, de 19 años, Gil-Ad Shaer, de 16, y Naftali Frenkel, de 16 años y que tiene nacionalidad estadounidense además de israelí, habrían sido capturados tras hacer auto-stop. Uno de ellos consiguió llamar a la policía y decir: “me han secuestrado”, según las autoridades israelíes.
El primer ministro del país, Binyamin Netanyahu, acusa a Hamás de haber secuestrado a los tres colonos y asegura que tiene pruebas de ello, pero no las ha hecho públicas. Portavoces y líderes de Hamás han negado estar detrás de los raptos, aunque los han celebrado.
La operación militar se ha basado en centenares de redadas en casas palestinas, especialmente en las zonas de Hebrón, Belén, Nablus, Jenín y Ramallah. El resultado es demoledor: 381 arrestados, la mayoría de Hamás o vinculados a este grupo, según Israel, y entre ellos, 50 presos liberados en el intercambio por el soldado Gilad Shalit en 2011. Seis muertos en protestas palestinas contra las redadas, entre ellos un niño de 13 años al que el Ejército mató de un tiro. Decenas de heridos, incluidos menores. Centenares de casas que han sufrido numerosos desperfectos en los asaltos militares.
PANORAMA DESOLADOR
El Ejército israelí “entró a las nueve de la noche del domingo (18.30 GMT) y se fue a las 3 de la mañana (00.00 GMT)”, relató a Nóvosti Akram al-Qawasami, cabeza de una familia de seis hijos, en un barrio de las afueras de Hebrón.
La puerta de su casa estaba medio destruida por una explosión. El panorama dentro era desolador: sofás volcados, ropa tirada por todas partes, objetos rotos, una pantalla de ordenador en el suelo y gotas de sangre seca en el salón.
“Oímos ruidos de coches fuera y una explosión. Mis hijas empezaron a gritar. De pronto vi a mi hijo pequeño en el suelo, sangrando. Entraron los soldados, lo registraron todo, vinieron con perros y uno hizo esto”, dijo señalando una alfombra con excrementos.
Los soldados llegaron en una unidad encubierta, llevaban matrículas y pañuelos palestinos y hablaban árabe.
“Nos han destrozado la casa. Pedimos una ambulancia y no la llamaron hasta al cabo de mucho rato, mi hijo no paraba de sangrar”, explicó Akram. Su pequeño, de 8 años, Muhamad, resultó herido en el asalto. “Querían a mi hijo Ziad, que vive abajo. Lo detuvieron, creen que en esta familia somos todos terroristas”, indicó.
CASTIGO COLECTIVO
Los palestinos denuncian “un castigo colectivo a toda la población”, según indicó a Nóvosti Hisham Sharabati, de la oenegé palestina Al Haq.
La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) opina lo mismo. “No puede haber justificación para el castigo colectivo que Israel está imponiendo al pueblo palestino”, denunció Hanan Ashrawi, del Comité Ejecutivo de la OLP, que urgió “a la comunidad internacional a intervenir para detener esta agresión”.
Analistas y comentaristas internacionales, palestinos e incluso israelíes, piensan que el Gobierno de Netanyahu está utilizando los secuestros para limpiar Cisjordania de miembros de Hamás e intentar que este grupo y la OLP rompan el Gobierno de unidad que formaron recientemente.
“La nación israelí está unida en su deseo de ver volver sanos y salvos a los tres estudiantes secuestrados, pero para algunos representa algo más: es la oportunidad de explotar los hechos políticamente para obtener ganancias”, apuntaba en el diario israelí The Jerusalem Post el analista Douglas Bloomfield, que considera que tanto Netanyahu como los palestinos están aprovechando políticamente el caso.
INDIGNADOS CON ABBÁS
El presidente palestino, Mahmud Abbás, también denunció “un castigo colectivo”, pero condenó los secuestros y pidió a Netanyahu que condenara las muertes de palestinos a manos del Ejército israelí. El ministro de Exteriores palestino, Riyad al Malki, afirmó que si fuera cierto que Hamás está detrás de los raptos, "el Gobierno de unidad estaría en riesgo”.
“No vamos a tolerar el hecho de que Hamás use y abuse de este tipo de Gobierno de reconciliación sólo para perjudicar los intereses nacionales del pueblo palestino", advirtió.
En la calle, los palestinos están indignados con Abbás por haber prestado la colaboración de sus fuerzas de seguridad a Israel. Netanyahu se limitó a lamentar las muertes palestinas y aseguró que la operación militar en Cisjordania es “necesaria” para encontrar a los desaparecidos, de los que no hay ninguna prueba de vida. El primer ministro se queja de que muchos gobiernos occidentales no hayan condenado el secuestro.
