La filosofía de Putin y valores tradicionales rusos hicieron posible Sochi 2014

© RIA Novosti . Mikhail Klymentiev / Acceder al contenido multimediaNezavisimaya Gazeta
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La filosofía del presidente Vladímir Putin y los valores tradicionales hicieron posible que Rusia diera un gran salto para hacer realidad su sueño olímpico en Sochi en tan solo siete años, comenta hoy Nezavisimaya Gazeta.

La filosofía del presidente Vladímir Putin y los valores tradicionales hicieron posible que Rusia diera un gran salto para hacer realidad su sueño olímpico en Sochi en tan solo siete años, comenta hoy Nezavisimaya Gazeta.

La idea de convertir la localidad de Sochi, a orillas del mar Negro, en la sede de una cita olímpica se remonta a los años 1980. Pero no fue hasta el año 2007 cuando el COI dio luz verde al proyecto de los Juegos de Invierno de Sochi. El presidente Putin acudió a Guatemala, país que acogió la sesión 119 del organismo, para presentar personalmente la candidatura de su país.

El arranque de las obras olímpicas coincidió con el inicio de la crisis y, sin embargo, fueron precisamente estas obras las que resguardaron a Rusia de la tormenta económica global. Y es que las cifras hablan por sí solas: el proyecto de Sochi repartió contratos entre más de 300 empresas rusos y creó al menos 560.000 empleos, que ocuparon trabajadores procedentes de 52 regiones del país.

Ponerse a trabajar a toda pastilla tras un prolongado período de inacción es muy propio de los rusos, que por otro lado son capaces de realizar misiones casi imposibles en un tiempo récord y al límite de sus posibilidades. Y hacerlo sin pensar en la remuneración y el beneficio personal, sino en el bien común de la humanidad. Se trata de la filosofía nacional rusa: desvivirse por los demás no escatimando medios y anteponiendo lo trascendental a lo material, sostiene el rotativo.

Además, ningún coste económico de los Juegos es comparable a las dimensiones de la repercusión positiva que puede durar por décadas. La olimpiada es una explosión de buenas emociones a nivel global. Ofrece la posibilidad de hacer que el mundo le quiera a uno, algo muy difícil de conseguir en circunstancias más convencionales.

En cuanto al propio deporte, es el triunfo de lo trascendental que demuestra la supremacía de los eternos valores sobre lo material. El compromiso con los valores tradicionales es otro rasgo distintivo de Vladímir Putin, adepto del conservadurismo progresista. Según esta filosofía, la posibilidad de ganar solo se le da a quien es capaz de ser fiel a las tradiciones para avanzar.

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