La ONU, que acusa al agrupamiento terrorista el Estado Islámico que opera en Siria e Irak de crímenes de guerra, alerta a la comunidad internacional de las amenazas que representa el movimiento cuyas filas están engrosando constantemente milicianos sirios, dispuestos a combatir fuera de sus fronteras, escribe Kommersant.
La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, criticó duramente el intento de formar en Oriente Próximo un califato islámico. Lo mismo opinó el jefe de Comisión Internacional de Investigación sobre Siria, Paulo Pinheiro, que subrayó en un discurso ante el Comité de Seguridad de la ONU que los cabecillas del Estado Islámico están involucrados en crímenes de lesa humanidad, en particular, secuestros, torturas y ejecuciones.
Se refirió igual a otros grupos terroristas que operan en Siria y están vinculados a Al Qaeda. Según Pinheiro, son culpables de organizar matanzas en el norte del país el año pasado.
A la vez, acusó a los partidarios del presidente Bashar Asad de asediar ciudades creando en ellas condiciones para una catástrofe humanitaria.
El continuo crecimiento de las filas de los extremistas, en especial, por el alistamiento de ciudadanos sirios, provoca la mayor preocupación de la ONU.
Los sirios de a pie parecen sentir cada vez más simpatía por el Estado Islámico y reemplazan a los mercenarios extranjeros del movimiento terrorista.
