El Maidán volvió a arder en Kiev, pero esta vez los habitantes de la capital ucraniana ya no se solidarizaron con los activistas, sino que apoyaron la actuación de las fuerzas del orden. Y es que los kievitas están cada vez más descontentos con el campamento en el pleno centro de la ciudad, que lo convierte en una especie de vertedero, escribe hoy Nezavisimaya Gazeta.
Los enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los manifestantes en el Maidán comenzaron ayer por la mañana cuando los servicios municipales intentaron limpiar la Plaza de la Independencia de las barricadas levantadas hace meses.
Según el diario ruso, el Maidán ya no es lo que era, pues los activistas que protestaban en invierno contra los abusos de las autoridades se marcharon a casa o engrosaron las filas de las tropas que luchan contra las milicias del este del país.
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“En mayo se encontraban en el Maidán unas 3.000 personas decididas a no desalojar la plaza hasta las elecciones presidenciales”, cuenta la socióloga Irina Bekeshina.
Después de los comicios, en los campamentos quedaron entre 400 y 800 personas, agregó.
Las encuestas entre estos manifestantes demostraron que los congregados no tenían a dónde ir.
Según la experta, el nuevo alcalde de Kiev, Vitali Klichkó, intentó llegar a un acuerdo con los activistas pero sin mucho éxito.
De momento y a pesar de la caída del nivel de la vida y el incremento de la tasa del desempleo, los ucranianos no están dispuestos a apoyar al nuevo Maidán.
“La gente le perdona mucho al Gobierno debido a que el país está de hecho en estado de guerra. Las agresiones consolidan a la sociedad y hacen que los ciudadanos olviden por un tiempo sus problemas”, resumió la socióloga.
